Por Jesús Montejano
(delegación de Piedad Popular)
La visita de la imagen peregrina de la Virgen del Rosario de Fátima ha supuesto para nuestra diócesis un momento especial de expresión de la religiosidad popular.
La Imagen ha recorrido los caminos de la geografía diocesana, pueblos y ciudades, calles y templos parroquiales, santuarios, monasterios y colegios. Por todos lados ha sido recibida con el cariño que suscita la visita de alguien muy querido. Sin duda alguna la visita de la Virgen de Fátima este mes de mayo ha sido un acontecimiento extraordinario.
Tras comenzar en el santuario de la Virgen de la Hoz, en la fiesta del Butrón, hasta su despedida en el Encuentro Diocesano de El Casar, la Virgen de Fátima se ha ido acercando a numerosos lugares y a muchas personas, con su sencillo mensaje de luz y de paz. Esta es una de las características de la religiosidad popular: la sencillez, casi escandalosa, pero a la vez misteriosamente profunda.
El día uno de junio volvía, acompañada de veinticinco personas, al Santuario de donde partió. Allí le acompañó el cariño y las oraciones de quienes le agradecieron, suplicaron y cantaron.
Allí celebramos nuestra fe con numerosos peregrinos de todo el mundo, porque Fátima es un referente de la piedad mariana, de profundización en la fe y de compromiso cristiano.
A ella le pedimos, como Estrella de la Nueva Evangelización, que sepamos reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los acontecimientos de la vida; y que cada vez que la recordemos volvamos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño (Evangelii Gaudium, 288). Con el papa Francisco le decimos: Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. Amén. Aleluya.