Por la Comunidad de la Madre de Dios
(Buenafuente del Sistal)
Queridos hermanos en Cristo: Desde nuestra cita de octubre han transcurrido muchos días, muchos momentos de encuentro personal con el Señor y hemos vivido muchos acontecimientos. Unos días han sido más relevantes; otros, sumergidos en la cotidianeidad. Todo ello pasado por “el colador” de nuestra subjetividad. En definitiva, días únicos, eslabones de la cadena de nuestra vida, de nuestra peregrinación hacia el cielo.
Estos pensamientos sobre la vida diaria y particular de cada uno, nos han surgido en relación con las celebraciones del día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. Jornadas que, más allá de lo puramente comercial y consumista, nos invitan a elevar la mirada a Cristo y a afrontar la realidad de nuestra finitud. Como decía santa Teresa de Jesús: “Nuestra vida es una mala noche en una mala posada”. Ciertamente estamos de paso en esta tierra; sin embargo, podrían decirnos que lo disimulamos muy bien. Tenemos una fuerte tendencia a querer asegurar la vida con bienes materiales, que no nos falte de nada. Y, con frecuencia, confundimos felicidad con bienestar. La consecuencia es fácil de adivinar, nos ocurre como a los discípulos de Jesús en el monte Tabor: “Maestro, qué bien estamos aquí, hagamos tres tiendas...” (Lc 9, 33). Olvidamos que estamos en camino, y cimentamos nuestra vida en el trabajo, la familia, los bienes materiales… Igual de torpes y necios que los primeros discípulos. Lo mismo que vivieron los israelitas en el desierto, que guardaron el maná para el día siguiente: “y salieron gusanos que lo pudrieron” (Ex 16, 20 b).
Creemos que es muy conveniente en nuestro peregrinaje no olvidar de dónde nos ha sacado el Señor, igual que al rey David, de detrás del rebaño. Y también es bueno escuchar las continuas llamadas del Papa Francisco a compartir nuestros bienes y a la solidaridad con tantos hermanos nuestros que no tienen lo necesario para vivir. Tal como se describe en los Hechos de los Apóstoles que vivían las primeras comunidades: “Vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2, 45). El Papa Francisco tiene a los pobres muy presentes desde el inicio de su pontificado. Y ya en la Evangelii Gaudium nº 198 se expresaba así: ”Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica”. Ahora, el próximo domingo 19 de noviembre ha convocado la Iª Jornada Mundial de los Pobres. El mensaje para esta jornada empieza así: “Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras” (1 Jn 3, 18). Aprovechemos este momento, vivámoslo en comunión con el Papa: “Para que cada vez estemos más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un problema, sino el recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio” (n. 9 Del mensaje del Papa 1ª Jornada Mundial de los Pobres).
Unidos en la oración y en la misión
vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal