50 años de ecumenismo
Por José Luis Perucha Rojo
Delegado Diocesano de Ecumenismo
El pasado 21 de noviembre se cumplieron 50 años de la publicación del Decreto del Concilio Vaticano II Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo. Es un hecho importantísimo para la vida y la misión de la Iglesia que, seguramente, ha pasado inadvertido.
Su importancia radica en que este documento, preparado y leído en el contexto del Concilio Vaticano II, marcará un antes y un después en el diálogo de la Iglesia católica con otras Iglesias y comunidades cristianas.
El decreto afirma que el “movimiento ecuménico”, iniciado a comienzos del siglo XX, es obra del Espíritu Santo, y que la Iglesia está también llamada a promover la unidad de los cristianos.
Para ello presenta unos “principios católicos” que nos ayuden a caminar hacia la unidad. El primero de todos, la conversión de corazón al Señor, aceptando la propia responsabilidad y no culpando a los hermanos separados de los errores o pecados del pasado. Junto a esta conversión, la oración intensa al Señor.
Por otro lado, insiste en que el diálogo ecuménico no significa que los hermanos de otras Iglesias y confesiones deban volver a la Iglesia católica, sino que todos hemos de dar los pasos necesarios para encontrarnos y crecer en la comunión.
Concluye el texto reconociendo las riquezas y los valores que existen tanto en las Iglesias de Oriente como en las Iglesias y comunidades surgidas de la reforma protestante.
Aprovechemos el tiempo litúrgico de Adviento que vamos a comenzar próximamente para orar intensamente al Señor, pidiéndole que “allane los caminos” (Is 40,3) para que todos aquellos que compartimos “un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo, y un solo Dios y Padre” (Ef 4,5), crezcamos en el conocimiento y amor mutuo, para “que el mundo crea” (Jn 17,21).