Camino de Adviento
Por Ángel Moreno
Vicaría para la Vida Religiosa
Como otros años, y ya van 35, hemos hecho el Camino de Adviento, esta vez, a pesar de la lluvia, han acudido muchos jóvenes, y un buen grupo del Arciprestazgo de Molina de Aragón.
Os enviamos el testimonio de la andadura. En la ermita de la Virgen hemos rezado la hora de sexta, y ya en casa, nos disponemos a la celebraciones litúrgicas.
Ha sido una buena ocasión para experimentar la llamada teresiana de Camino de Perfección.
Virtudes del peregrino
El peregrino arriesga por la esperanza de alcanzar la meta deseada.
El peregrino aprende a vivir el momento presente, sin dejar lugar a hipótesis negativas
El peregrino descubre la posibilidad de vivir lo esencial.
El peregrino es agradecido a todos los gestos que recibe de hospitalidad.
El peregrino es providente y sabe leer todo desde la certeza de no caminar solo.
El peregrino vive de manera trascendente y camina guiado por la fe.
El peregrino es humilde y no impone su presencia ni su forma de pensar.
El peregrino sabe vivir en la escasez y en circunstancias favorables.
El peregrino es solidario con los necesitados que se encuentra en el camino.
El peregrino es paciente y recibe cada acontecimiento con paz interior.
El peregrino es alegre, porque agradece todo lo que le sucede.
El peregrino es sensible y percibe la belleza y la armonía de cuanto le rodea.
El peregrino es abierto y sabe valorar las diferentes culturas y formas de vivir.
El peregrino es embajador de paz y de convivencia.
El peregrino es se sabe habitado, razón por la que no se siente nunca solo.
El peregrino acude a la relación teologal y sabe tratar con Dios.
El peregrino conoce el silencio, lo momentos de riesgo y de inseguridad y siempre sabe mantener la calma y la confianza.
El peregrino deja a su paso la estela de la bondad y del bien.
El peregrino es difusor de la riqueza personal.
El peregrino es testigo de la nueva tierra y de la patria.
El peregrino alcanza la sabiduría de salir de sí mismo y de toda endogamia.