Por Juan Pablo Mañueco
(escritor y periodista)
EL suave aleteo de las piedras inclinadas como flechas de sal,
ABRAZO retorcido que propagan desde la tierra dos verticales lirios
DE estrechar entre sus hojas dos blancas luces que iluminan sus dos cirios
FRANCISCO, el artista alcarreño, los esculpió como pacífica señal.
SOBRINO, que a su ciudad de Guadalajara otorgó sus dos delirios,
ELEVA el espíritu de quien ambas columnas abrazándose, portal
SUS ALAS, lo primero que vean quienes por el lado urbano occidental
ENLAZADAS encuentren. Ágiles, gráciles, suaves ángeles a la vista colirios
A quienes viajeros arriben a Guadalajara, en monte breve
LA visión de dos largas alas que se abrazan sirvan de umbral,
ENTRADA al espíritu urbano que entrega su llave y que pruebe
-DE esa albar y elevada en vuelo forma apacible inicial-
GUADALAJARA en resto de urbe igual será, pues la mueve
ESPAÑA y ella misma a ser fraterna y hospitalaria ciudad cordial,
Francisco Sobrino lo esculpió, yo lo escribo en este soneto que de Sobrino bebe.
Juan Pablo Mañueco, de libro "Cantil de Cantos" (2017), en librerías.
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