Por Cáritas diocesana Sigüenza-Guadalajara
La Iglesia es cuerpo visible del Señor (1 Cor 12, 12-27) sacramento universal de salvación y como tal manifiesta y realiza el amor de Dios al hombre, como comunidad de fe y como realidad visible que acoge a todos los hombres, en especial a los más pobres, más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren, la imagen del Señor.
La Iglesia solo da testimonio auténtico en la medida en que realiza y hace partícipes a todos los miembros de la comunidad en las tres tareas fundamentales que nacen de la misión evangelizadora: la catequesis, la liturgia y el servicio a los pobres.
Hacer comunidad no es crear una estructura o hacer un reglamento o redactar unas constituciones. Hacer comunidad es una tarea de cada día y de cada persona que está comprometida con la buena noticia de Jesús. Es hacer que surja lo cristiano en lo humano y hacer que lo comunitario responda al evangelio.
La parroquia como comunidad de seguidores de Jesús, actualiza el amor servicial de Cristo; por ello, toda parroquia, de una manera u otra, debe tener organizado su servicio de la caridad. Si no hay comunidad cristiana sin Palabra y sin Eucaristía, tampoco la hay sin el servicio de la caridad.
Cáritas no es más que la misma Iglesia en su servicio caritativo y social. La opción por los pobres y el servicio a los pobres encarnado en las realidades de pobreza que se van dando en la historia de nuestros pueblos y ciudades, es el reto permanente de Cáritas. Su manera de ser y de organizarse tienen un significado: ser respuesta cristiana al evangelio de Jesús, ser buena noticia para los pobres.
La dimensión caritativa es, pues, un aspecto fundamental que no puede dejar de lado ninguna comunidad y que no se puede olvidar a la hora de constituir comunidades cristianas. La misión samaritana de la comunidad debe promover siempre la misericordia y la compasión con los más pobres.