> Un artículo de María Adell y Concha Carrasco
> Delegación Diocesana de Migraciones
Somos 46,7 millones de residentes en España, de los cuales dos millones vivimos en Castilla-La Mancha y 250 000 en la provincia de Guadalajara. Desde el año 2010, los extranjeros en España han disminuido en un millón y en Guadalajara se ha producido un descenso de 10 000 en la población extranjera. Y, sin embargo, seguimos viviendo una situación alarmista sobre la llegada de inmigrantes, con noticias como: «Decenas de inmigrantes llegan a la playa de Zahora, en Cádiz» (ABC, 30 de julio de 2018); «La llegada por mar de inmigrantes a Cádiz se incrementa por cuatro en 2017» (Cadena Ser, 26 de febrero de 2018); «2018: año récord de llegadas de migrantes en patera a España, un 154% más que en 2017» (Europa Press, 17 de octubre de 2018). Palabras como llegada, acogida, avalancha o invasión; denominaciones como panchito, moro, negrito o sudaca, tienen de antemano una connotación negativa y suponen ya un prejuicio en la forma en la que percibimos la inmigración. Pero, en realidad: ¿somos demasiados?
Guadalajara se encuentra entre las ocho provincias de España más despobladas, con una densidad de 21 hab./km2. Si exceptuamos las cinco poblaciones que superan los 10 000 habitantes (Guadalajara, Azuqueca, Alovera, El Casar y Cabanillas), nos encontramos con que solo quedan 100 000 habitantes y una densidad que no llega a los 10 hab./km2. Ello supone un futuro incierto, habida cuenta del envejecimiento de la población y de la baja tasa de natalidad, al igual que en otras provincias del interior. Es lo que el escritor Sergio del Molino denomina «la España vacía». Aunque la inmigración no es la solución a este problema, sí que ha paliado alguno de sus efectos. La llegada de inmigrantes a nuestra provincia ha supuesto el incremento del número de escolares, facilitando la pervivencia de varios centros de enseñanza; el acceso a determinados puestos de trabajo para los que no se encontraba población nativa; el aumento de la población de la provincia y de la capital; y mayor número de personas inscritas en la Seguridad Social (porque… ¡sí!: la mayoría de los extranjeros cotiza a la Seguridad Social).
¡No habrá invasión, tranquilos! Porque la gran mayoría de los pobres no pueden salir de los países donde nacieron y a los que solicitan nuestro asilo y auxilio no les dejamos entrar. Tú y yo somos cómplices de estas situaciones de injusticia que se producen en la casa común que es nuestra tierra. Por ello, no olvidemos que fuimos, somos y podemos ser inmigrantes.