Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
Contemplación
Revísteme con tu manto pródigo,
revísteme de tu misericordia.
Pon sobre mí tu Espíritu Divino,
la entrañable relación de hijo.
Revísteme, una vez más, con tu mirada,
querida, inmerecida, y malgastada.
No retires de mí el abrazo amigo.
No permitas que me distancie el frío.
Revísteme con tu ternura, Padre,
que no retrase esclavo mi retorno.
Reconozco tu amor que es infinito,
a pesar de lo más íntimo mío.
Que no dude a la setenta caída,
de levantarme siempre confiado,
sin malversar saberme preferido,
y por tu bondad siempre muy querido.
Levanto hoy mi canto y testimonio,
elevo humilde ante ti la mirada,
y brota el manantial de mi bautismo,
renace el corazón agradecido.
Aquí estoy, mi Señor, aunque maltrecho,
por tu fuerza divina, levantado.
Aquí estoy, sabiéndome hijo.
No permitas de nuevo mis exilios.
Súplica
Revísteme de la ternura
de tu amor de Padre,
de tu amor divino.
Revísteme de misericordia
con tu abrazo amigo,
con tu beso ungido.
Revísteme de perdonanza,
de gracia filial,
de sentirme hijo.
Revísteme con tu manto nuevo,
credencial de amado,
por ti bendecido.
Revísteme, si quieres, de heredero,
sin mérito alguno,
por don gratuito.
Revísteme de tu naturaleza,
identidad sagrada,
por amor ungido.
Revísteme de rey, de profecía,
aunque sé quién soy,
un pobre mendigo.
Revísteme de alabanza alegre,
con mi existencia nueva,
Juglar y testigo.