Por Juan José Plaza Domínguez
(Delegación de Migraciones)
(Sacerdote –misionero diocesano en Brasil durante 30 años)
SUS ORÍGENES:
Las raíces de D. Leandro provienen de Balconete, donde nació un 13 de Marzo de 1927, en la familia formada por D. Tomás y Dª Teresa. Fue el quinto de seis hijos.
VOCACIÓN Y MINISTERIO SACERDOTAL:
Marchó al seminario de Toledo en 1943 y fue ordenado sacerdote el 7 de Junio de 1952.
En la diócesis de Sigüenza-Guadalajara (recién reestructurada) ejerció su ministerio sacerdotal en diversas parroquias. Desde 1952 en Escariche, Escopete y Hueva. Desde 1956 fue formador del Seminario y capellán del Asilo de Guadalajara. Desde 1961 se encargó primero de las parroquias de Peralveche y el Recuenco. Ese mismo año pasó a regir la parroquia de Tórtola.
SU VOCACIÓN Y MINISTERIO MISIONERO:
En 1968 parte a Brasil, integrado en el grupo pionero de sacerdotes diocesanos que van a misiones, formado por D. Antonio Molina, Miguel Clemente, Mariano Martínez Plácido Cerrada, Francisco Juarez y él mismo. Su destino fue la diócesis de Amargosa, que después se dividió en dos: Amargosa y Yequie.
Tras terminar su contrato de cinco años, en 1973 vuelve a España por causas familiares, ejerciendo, de nuevo, en la diócesis diversos trabajos pastorales: en S. Pascual Bailón…
En 1982 vuelve por segunda vez a Brasil junto con otros sacerdotes diocesanos: Práxedes, Ricardo y Lucas. En esta ocasión su destino fue la diócesis de Yequie, encargándose de la parroquia de Maracás con varios municipios, poblados y caseríos, que ocupaban una gran extensión. En esta parroquia se le une posteriormente el sacerdote Miguel Torres Esteban (1993), compartiendo con él todos los trabajos que demandaba la acción pastoral y social; sobre todo la atención a las comunidades en que se dividió la parroquia y también llevando adelante un proyecto social estrella, la atención a los niños más pobres con la ayuda que recibía de España a través del apadrinamiento de niños, en que contó con la colaboración inestimable de Sor Marina, religiosa de las Reparadoras del Sagrado Corazón (las Francesas) y de la Delegación de Misiones. También recibió cuantiosa ayuda de su pueblo natal, Balconete, para llevar adelante este hermoso proyecto. Él fue el que construyó la primera guardería y el primer centro de día para los mayores en la ciudad. Además construyó muchas casas y pozos para los más pobres.
Don Leandro fue un misionero que amó a Dios y al hombre, conforme lo que dice la S. Escritura: “El que no ama a su hermano a quien ve no puede amar a Dios a quien no ve (I Jn. 4,20). D Leandro, en su impresionante labor misionera, tuvo como máxima lo que dice el Concilio Vaticano II: “Que hay que salvar al hombre completo, cuerpo y alma” (Gaudium et Spes, 3).
De lo que acabamos de decir da fe el testimonio que, desde la parroquia de Maracás, nos ha llegado: “D. Leandro fue ejemplo de fe, humildad, caridad, amor y sencillez…Hombre que desbordaba el amor del Padre por donde pasaba y en todas sus acciones evangelizadoras. Estaba listo para ayudar a los más necesitados, cumpliendo siempre de manera ejemplar el mandamiento principal dejado para todos. Amaba verdaderamente al prójimo, como a sí mismo y nos enseñó a amar a Cristo y a la Iglesia”.
EL REGRESO A ESPAÑA:
En 2007 regresa definitivamente a España; pero todos los años vuelve a Brasil, donde permanece varios meses para seguir ejerciendo su vocación misionera, prestando su apoyo en las labores parroquiales; pero desde un segundo plano.
Cuando por la edad y salud ya no puede viajar, reside definitivamente en la Casa Sacerdotal, en la que se encargaba de sensibilizar y promocionar las Jornadas y las colectas misioneras entre los residentes.
SU MUERTE Y ENTIERRO:
La muerte le sobrevino el 4 de Febrero. Su funeral, presidido por el Sr. Obispo, D. Atilano, se celebró el 6 de Febrero en la Concatedral de Santa María; en la Santa Misa concelebraron unos cincuenta sacerdotes. También asistieron gran número de sus antiguos feligreses, mostrando así su agradecimiento y que no le había olvidado. Posteriormente sus restos fueron trasladados a su pueblo natal, donde se celebró un nuevo funeral y su inhumación en el cementerio.
EL MES MISIONERO EXTRAORDINARIO (OCTUBRE DE 2019):
Este año de 2019, en que ha fallecido nuestro hermano D. Leandro, el papa Francisco ha convocado un mes misionero extraordinario (en Octubre). Invocamos la intercesión de D. Leandro (y de todos los misioneros diocesano que ya están en el Cielo) para que por su intercesión se consigan en nuestra diócesis los frutos que el papa desea produzca su celebración, que no son otros que:” Reconocer, vivir y convencerse de que la misión es y debe ser cada vez más el paradigma de la vida y de la obra de la Iglesia y de todo cristianos. Es volver a poner la misión ad Gentes en el centro de la vida de la Iglesia.”
DESCANSE EN PAZ:
Que D. Leandro, descanse en Paz y que el Señor le premie con el denario de la Gloria, con que paga a los que ha llamado a trabajar en su viña”. Así sea.