Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Hermandades y Cofradías)
En numerosos medios podemos escuchar la triste realidad de la España vacía. Un tema antiguo que se pone de moda, como tema de debate más que a un nivel realmente efectivo. El mundo rural se encuentra en una grave situación de despoblación. No tenemos que ir a otros lugares de Castila o Aragón. Lo podemos comprobar en nuestros pueblos, vacíos de niños y casi también de ancianos.
Muchas expresiones de la Piedad Popular nacieron en las parroquias rurales, y aún hoy convocan a numerosas personas que, aunque viven en otros lugares, regresan para la fiesta del patrono o patrona.
De hecho se pude constatar cómo las devociones del mundo rural fueron llevadas a las ciudades, como expresión de la religiosidad nacida en el campo.
En el mes de mayo celebramos la fiesta de San Isidro, patrono del campo y del mundo rural. Numerosos pueblos, especialmente en donde se cultiva la mies, honran la memoria y patronazgo del santo labrador.
Numerosas ermitas y santuarios son la meta de muchas personas que expresan su fe de esta manera, presentan sus necesidades y manifiestan su devoción, que hunde sus raíces en lo más profundo de la persona.
De ahí que valoremos, cuidemos y promocionemos estas expresiones de la piedad por parte de las cofradías, hermandades, parroquias y ayuntamientos. Son un acontecimiento de primer orden para la evangelización, la transmisión de la fe en la familia, el valor de la sencillez y la humildad, el compromiso social y la caridad, la necesaria visibilidad de la fe, la justa reivindicación de los medios que necesitan nuestros pueblos para poder seguir subsistiendo.
La Piedad Popular hunde sus raíces en la cultura, y la nuestra es rural, aunque se esté quedado vacía.