Por el Movimiento 'Fe y Luz sin Barreras'
(Delegación Apostolado Seglar)
El gran regalo del Padre es que nos quiere tal como somos, y a cada uno nos ha dado unos dones para poner al servicio de los hermanos. Descubrir la belleza en el hermano, sean cuales sean las circunstancias, es descubrir los tesoros escondidos en las profundidades del corazón. La parábola del tesoro escondido acude a mi memoria “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo” Mt 13, 44. Sí, porque cuando descubres la riqueza en ese campo que es el corazón, te olvidas del valor que pueda tener el status y los bienes materiales, tesoros externos a los que tanto valor se da en la sociedad actual.
A comienzos del mes de junio, del 4 al 7, en San Antonio de Padua se celebraron las Mesas para las Periferias para acercar la realidad de las personas que, efectivamente, están en las periferias: personas con diversidad de discapacidades u otras capacidades, migrantes, empleos precarios y parados. Personas todas ellas con diversidad de carismas a las que se debe querer y respetar, abrirles las puertas del corazón e invitarles a compartir vida en la Iglesia y en la sociedad, y no verles como pobrecitas. Lo sorprendente es la riqueza de vida de cada una ellas con su testimonio, y las tareas que desempeñan en la Iglesia y en la sociedad con grandes dosis de alegría y vitalidad.
Compartir vida con las personas más desfavorecidas es vivir el Evangelio, personas que no se les pone nada por delante para seguir, pues tienen muy claro que Jesús está en medio de ellas y no tienen miedo, lo arriesgan todo. Es lo que ha hecho Jean Vanier, recientemente fallecido, fundador de las comunidades de EL ARCA y de FE y LUZ. Él no tuvo miedo por renunciar a su buena posición social y profesional para vivir el Evangelio con los más débiles y heridos hasta el final de su vida; en el centro de estas comunidades cristianas están las personas con discapacidad en las que Jesús se hace presente.
Quiero pensar que el miedo paraliza, convencida de que es la causa que lleva al rechazo del hermano por no saber cómo tratarle por ser de cultura diferente, por su discapacidad, enfermos, ancianos… A mí en ocasiones me han hablado de este miedo personas muy cercanas, y evitan estas realidades precisamente por el miedo; pero hay personas que este miedo lo manifiestan con el rechazo, las quieren lejos, y si tienen cerca a alguna de estas personas las pueden inducir a una baja autoestima que les arrastra a la depresión.
Fe y Luz, Ciegos Católicos de España, FRATER, Migraciones y HOAC fuimos quienes estuvimos en las mesas para las periferias: Carmen, Virginia, Enrique, Marta, Lety, Raquel, Susana... En los distintos testimonios hubo mucho en común, como es el formar parte de las periferias por las vivencias que llevamos en nuestras mochilas. Pero, contra viento y marea, y sin miedo, seguimos adelante porque Cristo vive en nosotros y nos acompaña siempre.
Y como siempre, sigo insistiendo en el AMOR, y es lo único que nos pide el Señor, porque todos estamos capacitados para AMAR.