Por la Comunidad de la Madre de Dios
(Buenafuente del Sistal)
Queridos Amigos en el Señor:
Disfrutando del mes de julio, de vacaciones o a la espera de ellas, ¿quién no desea ver días felices? Nos puede parecer una pregunta muy de nuestros días; sin embargo, se la hizo san Benito, en el prólogo de su Regla de vida monástica hace más de quince siglos. El pasado día 11 de julio celebramos la fiesta de san Benito, patrono de Europa, desde que lo nombró san Pablo VI en 1980. En nuestra diócesis, somos tres Monasterios los que lo hemos festejado con mayor solemnidad: San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, santa Ana en Brihuega y nosotras, la Comunidad Cisterciense de Buenafuente del Sistal.
Pasar días felices, tal vez nos sugiere: descanso, tiempo libre, hacer lo que más nos gusta, que nadie nos moleste, cambiar de ambiente…etc. San Benito, con más sabiduría y conocimiento de sí mismo, expresa unos pensamientos bien distintos. Él escribe pensando en los monjes, pero también es una ayuda para el hombre de hoy. A quien ha respondido que si quiere ver días felices, le manifiesta: “Dios te dice:
- ‘Si quieres gozar de la vida verdadera y perpetua, guarda tu lengua del mal y tus labios no hablen con falsedad; apártate del mal y obra el bien, busca la paz y síguela’”. (Prólogo RSB, 17).
Guardar la lengua de la maledicencia es una frecuente recomendación del Papa Francisco y la misma la encontramos en el refranero popular español. Tendremos que practicar más “la humildad de escuchar, para tener el coraje de la renuncia” (Cf. Papa Francisco a la Asamblea 21ª Asamblea de Caritas Internacional)
En la Regla de san Benito hay muchas referencias a la verdad. Jesús nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). En nuestra sociedad relativista, este vocablo ha perdido mucho contenido y así andamos, desorientados.
En nuestras reflexiones de los meses pasados, nos hemos referido a un libro en el que ha colaborado la Comunidad: “Tenían un solo corazón”. Hoy volvemos a él para contrastarlo con el consejo de san Benito. Es decir, tendremos un solo corazón, cuando cada uno de nosotros, en su intimidad, a solas con Dios, se sienta profundamente amado por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en sus debilidades y miserias. Como Pedro, que negó al Señor y Jesús lo miró. Esa mirada amorosa, lo restauró. La verdad de su debilidad y de su traición, no lo aparta del seguimiento de Cristo. Al contrario, es la ayuda para reconocerse en la verdad de su vida y desde ahí decir “Sí, Señor, tú sabes que te quiero” (Jn 21, 16). Creemos que, como decía la santa de Ávila, “andar en verdad”, es necesario para vivir la fraternidad cristiana.
Antes de poner el punto final, agradecemos a la familia Marín-Heredia la confianza depositada en la Comunidad y en este lugar. Y nos unimos a todos ellos en un abrazo orante.
Pidamos al Espíritu Santo que nos abra el oído del corazón y seamos dóciles a la voluntad de Dios para vivir días felices este verano y siempre.
Unidos en la escucha de la Palabra
vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal