Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
Mimética presencia, hecha silencio.
Naturaleza pétrea, éxtasis pleno.
Belleza ante los ojos derramada.
La firma, sin dudarlo, es del cielo,
Presencia, hecha plegaria milenaria,
halo humano, al tiempo del misterio,
a la Mare de Deu, virgen morena,
el canto secular de monjes negros.
Montaña ¡qué bien guardas el secreto!
de anhelos y miradas escondidos
del corazón herido, peregrino,
De pies llagados, descalzos, ungidos.
No sé decir la atmósfera que envuelve
el recio santuario entre macizos,
de cárdenos, enhiestos roquedales,
entre soledades y recios pinos.
Quiero unirme al himno y a la danza,
a los haces de luz de voces blancas,
que traspasan la bóveda terrena,
a melismas de voces gregorianas.
Según recé en otros santuarios,
a la Señora le dejé los ruegos
Y ella reiteró lo prometido:
¡No tengas miedo! ¿Por qué tienes miedo?
Montserrat, 17 de febrero, 2020