Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
1ª Estación: A María el ángel le anuncia su maternidad
“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” (Lc 1, 34). José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado” (Mt 1, 18-19).
Si tú te sientes afectado por el virus, y estigmatizado por la enfermedad, mira a María, de quien se sospecha lo peor, y atrévete a decir: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38).
¿Encuentras en el comportamiento de María y de José luz para tus dudas y tus miedos?
2ª Estación: María tiene que dejar su casa
“Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta” (Lc 2, 4-7).
Si tú, o alguien de los tuyos, habéis sido evacuados al hospital, o estáis aislados, si vives el confinamiento como un secuestro, mira a María, que estando a punto de dar a luz tiene que dejar su casa y alumbrar a su Hijo en un establo. “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19).
¿Estás hundido, deprimido? ¿Te justificas en tus necesidades para no levantarte?
3ª Estación: María atravesada de dolor
“Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma»” (Lc 2, 34-35).
Si tu mente está invadida por hipótesis negativas, si tu imaginación adelanta situaciones dolorosas, y hasta sospechas que no podrás con tanto sufrimiento. Mira a María, ella permaneció de pie delante del anciano Simeón. Ella es la zarza ardiente. (Ex 3, 2-3)
¿Por tu bautismo, te sientes consagrado por Jesucristo? ¿Has decidido ser enteramente suyo?
4ª Estación: María sufre el exilio
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto” (Mt 2, 13-14).
Si has quedado separado de los tuyos, si te encuentras como exiliado, sin poder ver a los que más quieres, mira a María que tiene que esconderse, huir perseguida, con miedo de que hagan daño a su Hijo.
¿Qué actitud tienes ante las personas que viven sin tierra, sin casa, sin trabajo o sin familia? ¿Eres sensible ante el maltrato de los niños y de la mujer?
5ª Estación: María sufre angustia
“(Sus padres), al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados” (Lc 2, 48).
Si las noticias te llegan a producir angustia, tristeza o llanto, no creas que por ello pecas por falta de fe. Mira a María, que cuando se le perdió el Niño Jesús no pudo contener la angustia y acudió al templo.
¿En estos momentos de dificultad, acudes a la oración? ¿Tienes experiencia de haber sido escuchado por Dios en tus pruebas?
6ª Estación: María despojada de los afectos
«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mt 12, 47-50)
Si en esta hora sientes que te arrancan las entrañas, que sufres la distancia de los tuyos, que el silencio y la soledad te introducen la sospecha de que no te quieren, mira a María; ella tuvo que asimilar un nuevo modo de saberse amada, desde el amor de Dios.
¿En qué fundas tus relaciones personales, en la simpatía, en la ideología, en la coincidencia religiosa… o en que todos somos hijos de Dios, sacramentos de Jesús?
7ª Estación: María, herida en su Hijo
Los escribas le dijeron a Jesús: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado” (Jn 8, 39-42)
Si en esta hora padeces por bulos, infundios, mentiras, sospechas o rechazos, mira a María, a la que le llegan los insultos que dirigen a su Hijo respecto a ella.
Cada día nos llegan noticias de violencia y de maltrato social por la fe. ¿Qué relación tienes con la Iglesia perseguida?
8ª Estación: María en la vía dolorosa
“Las calzadas de Sión están de luto, que nadie viene a las solemnidades. Todas sus puertas desoladas, sus sacerdotes gimiendo, afligidas sus vírgenes, ¡y ella misma en amargura! De la hija de Sión se ha ido todo su esplendor” (Lm 1, 4-6).
Si estos días te llegan noticias de amigos, conocidos o seres queridos que están infectados y no puedes acudir a ellos, mira a María que ve a su Hijo avanzar hacia el Calvario y no puede socorrerlo, pero le envía con los ojos todo su amor.
¿Sales al encuentro de los que sufren? ¿Estás comprometido con alguna circunstancia dolorosa?
9ª Estación: María, testigo del despojamiento de Jesús
La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompamos, sino echemos a suertes a ver a quién le toca», para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica” (Jn 19, 23-24).
Si te sientes desprotegido, sin los mínimos auxilios para defenderte de la pandemia, como si estuvieras desnudo, a la intemperie, mira a María que asiste al despojo de su Hijo, sin poder acercarse. Revístete de su fortaleza y cuídate.
¿Cómo tratas tu corporeidad? ¿Cómo miras a los demás?
10ª Estación: María al pie de la Cruz donde crucifican a su Hijo
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena” (Jn 19, 25).
Si te ha sucedido que han ingresado en el hospital a algún ser querido y no lo puedes acompañar, mira a María, quien desde lejos acompaña a su Hijo clavado en la Cruz y se mantiene de pie sin derrumbarse, sostenida por la fe.
En estos momentos tan recios, ¿te derrumbas? ¿Permaneces de pie, como María?
11ª Estación: La nueva maternidad de María
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la acogió en su casa” (Jn 19, 26-27).
No hay parto sin dolor. Si te cuesta asumir la prueba, si te parece que sobrepasa tu capacidad, mira a María, a quien su Hijo le encomienda la maternidad universal. Acógete a su amparo.
¿Te sientes acompañado por la mirada maternal de María? ¿Acudes a la Virgen en los momentos de riesgo?
12ª Estación: María presencia la muerte de su Hijo en la Cruz
“Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19, 28-30).
Si has perdido a un ser querido, a un amigo o a algún conocido, mira a María, la Madre del Crucificado. Ella te acompaña sin palabras, y sabe de tu dolor. Ella se mantuvo en esperanza.
¿Te reconoces en la actitud de María? ¿Te da valor su testimonio?
13ª Estación: María abraza el cuerpo muerto de su Hijo
-“Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo”- (Mt 27, 55-56)
Se puede suponer que entre las mujeres estuviera también María, la Madre de Jesús, pues no la dejarían marcharse sola. Quizá tú no has podido despedirte de algún ser querido, o de algún amigo, ni has podido acercarte al hospital. Mira a María. La piedad cristiana ha imaginado que abrazó a su Hijo, bajado de la Cruz. Seguro que ella también ha estado junto a los que han muerto en el momento supremo.
¿Te sientes acompañado por María en tus pruebas? ¿Descargas en ella tu dolor?
14ª Estación: Jesús es colocado en el sepulcro
“Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo” (Lc 23, 55).
En estos días, impresiona asistir a un entierro, sin que la familia ni los amigos puedan acompañar en esos momentos. Mira a María; no consta que ella estuviera entre las mujeres que ven el lugar donde ponen a Jesús. Ella sabe de soledad, de silencio y hasta de angustia, y espera confiada.
¿Eres más proclive a encerrarte en tu dolor, o te atreves a confiar en la Providencia divina en lo recio de la prueba?
15ª Estación: María la mujer creyente
“Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá»” (Lc 1, 45).
María ya no volverá al sepulcro. La mujer creyente espera a su Señor al alba. Es la hora de la fe, de apostar por Dios, de fiarse de Él, de no renunciar al cristianismo por pensar que es un placebo, un consuelo barato. Jesús murió, asumió toda nuestra mortalidad, pero creemos lo que escucharon las mujeres: “El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado (Lc 24, 1-6).
¿Crees esto?