Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
Jesucristo:
Me has hecho panadero del pan del cielo,
Hacedor del misterio sagrado, santo,
No alcanzo a comprender que mi palabra
Sea necesaria para que Tú te hagas presencia
Donación, entrega, amor y desposorio.
Y presto mis manos y mi voz, sobrepasado
Sabiéndome instrumento inmerecido
De oficio tan sagrado y artesano
Mediación para tantos de consuelo,
De quien ya no soy yo el entregado.
Debo prestar mi fe a mis palabras,
Que aunque yo las digo, me superan.
¡Obediencia recibida y trascendida
Por el fruto inalcanzable, pues no hay causa
del efecto que sucede, aun sin verlo.
¿Cómo es posible que de una voz humana
Sobre materia tan familiar y humilde
Nazca quien es el dador de vida
El Creador del universo, la Palabra hecha carne
Realidad invisible, divinizada?
Si no me atrevo a pronunciarte
te impido la ofrenda redentora.
Si te pronuncio inconsciente, Tú me suples.
Si presto fe a lo que digo, me estremezco.
Y si adoro tu presencia entre mis manos, me enamoro.
Eucaristía, pan de vida sobre lienzos blancos
Pañales reales, sábanas nupciales,
Belén y Calvario, al mismo tiempo,
Mientras Dios mismo se extasía
Al contemplar ofrenda tan hermosa
No puedo renunciar a tal oficio
De hacerte sacrificio y luz del alba.
Mas sé Tú quien expropie mis palabras,
Y yo quede de rodillas, y si quieres
Sentado junto a ti en mesa de invitado.
Pues eres Tú el único que puede
Convertir la hogaza en pan de vida.
Solo Tú quien transformes lo visible
En presencia del misterio anonadado.
Tú, el artesano panadero, y yo solo tus manos.
Corpus, 2020