Por Esther Barbero
(Presidenta de 'Fe y Luz sin Barreras' de Guadalajara)
Los tres últimos meses nos han descolocado, no esperábamos que nos viniese una pandemia como la que estamos viviendo, sí, y ya volviendo a la nueva normalidad, nueva normalidad porque ya podemos desplazarnos libremente, pero con tres reglas fundamentales a cumplir para seguir luchando todos y cada uno de nosotros contra la covid-19: MASCARILLA – LABADO MANOS – DISTANCIA SOCIAL.
Nada de besos y abrazos, y que tanto bien nos hacen. Sonrisas, no las apreciamos lo suficiente por la mascarilla que nos protege, si acaso con la mirada, siempre y cuando no utilicemos gafas para protegernos del sol, porque sino ni nos reconocemos. Utilizar el lenguaje con nuestra diversidad de gestos nos puede ayudar para seguir comunicándonos como antes y compartiendo vida donde quiera que nos encontremos.
Con la fe estamos salvados, y nada hemos de temer “…Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Debemos estar tranquilos, sin miedo, viviendo el día a día y disfrutando de las pequeñas cosas. El virus nos ha afectado a todos, mucho más a los enfermos y sus familias, a los que han partido para el Padre y a quiénes han perdido sus seres queridos; ahí debemos estar para tender la mano con las palabras justas, y acompañar con los medios que tenemos a nuestro alcance. Pero no tenemos que tener miedo, simplemente confiar en Él y compartir vida con los hermanos.
Vivimos confinados la mayor parte de Cuaresma, Semana Santa y parte del Tiempo Pascual. Sin embargo, dando gracias por los medios de comunicación que nos han acercado a casa las distintas celebraciones a lo largo de estos meses, y que siguen ahí para las personas que no salen todavía a la calle. Una etapa vivida con más autenticidad e invitando a la interioridad y la reflexión; unos meses que nos siguen ayudando a valorar lo realmente importante, y que podemos prescindir de muchas cosas que considerábamos imprescindibles.
Hemos estado conectados, y hablando bastante más que en la normalidad anterior, con nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras amistades… y aún lo estamos, redescubriendo lo verdaderamente importante. Como dice Jesús a Marta “Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lc 10, 40-42)
El diálogo y la escucha han ocupado muchas horas en estos meses, para apoyarnos y alentar a quiénes realmente lo han pasado mal, olvidándonos de los pormenores del hogar: personas solas, madres y padres que no podían estar con sus hijas e hijos enfermos, sanitarios y socio-sanitarios en primera línea sin poder ver a sus familias, personas que han perdido a sus seres queridos… Ha sido una etapa durísima, con la impotencia por mi parte, de tenerme que limitar a la llamada telefónica ó video-llamada a muchas de estas personas cercanas sin poderles abrazar y besar, ó prepararles unos tapes con comida.
Sí, meses muy duros también en la Iglesia, nuestra diócesis, nuestras parroquias y nuestros sacerdotes desbordados y en primera línea, acompañando en el dolor con responsos en los cementerios y atendiendo a muchas familias necesitadas. La solidaridad ha florecido por doquier y que debe continuar, obra de Dios en medio de nosotros. Amistades y vecinos también se me han ofrecido para hacerme la compra, y en lo que necesitase, para que no tuviese que salir de casa, y a quiénes se lo agradezco desde lo más profundo de mi corazón.
En las comunidades de Fe y Luz, estando la comunidad SIN BARRERAS en contacto continuado con las de Madrid, hemos compartido la diversidad de celebraciones durante Cuaresma, Semana Santa y Pascua, celebraciones adaptadas a quiénes son el centro de nuestras comunidades, las personas con otras capacidades, sobre todo su capacidad de AMAR que desborda. Muchas oraciones durante todo este tiempo, y sobre todo por las personas enfermas y fallecidas en Fe y Luz. Sabemos que Jesús está entre nosotros, no tenemos miedo y seguimos adelante compartiendo vida.
¡Ánimo y adelante! El Señor está entre nosotros y debemos fiarnos y seguir acompañándole en los más vulnerables y necesitados, y que tanto están aumentando en esta etapa por el incremento a marchas forzadas del paro. Como un buen carnet de ruta en esta dura etapa sería las Bienaventuranzas, pues ellas nos pueden ayudar a ver con mayor claridad las necesidades que hay entre nuestros vecinos, comunidades parroquiales, barrios. Compartir con los hermanos nos enriquece a todos.