Agustín Bugeda
(Vicario general)
Queridos amigos, mi reflexión de este mes quiere ser muy sencilla al comenzar la Cuaresma.
Solamente hacer caer en la cuenta que entre todos los medios que la Iglesia nos ofrece para vivir mejor este tiempo, para acercarnos más a Dios y a los hombres, uno de ellos tiene una gran eficacia y es de gran ayuda para muchos cristianos.
Me refiero a los Ejercicios Espirituales en sus variadas formas, como espacio de silencio y oración, de escucha atenta de la Palabra de Dios y celebración tranquila que nos introduce en el Misterio, en el camino de la conversión.
Desde la Diócesis y con el impulso de nuestro Plan Pastoral queremos que se tome muy en serio este medio y que ahora en Cuaresma y en cualquier momento del año hagamos lo posible por sacar unos días de silencio y oración en nuestro ajetreado ritmo de cada día.
Necesitamos pararnos, necesitamos encontrarnos con el Señor y con nosotros mismos, necesitamos escuchar lo que El quiere de nosotros y recibir su Espíritu, la fuerza necesaria para ponerlo por obra.
San Ignacio de Loyola instauró los Ejercicios de mes con un método todavía no superado para hacer discernimiento en la vida y cumplir cada uno con gozo su propia vocación. Este método se ha adaptado en tiempo y modos de muchas maneras peros sigue siendo muy eficaz y necesario si queremos ser auténticos discípulos de Cristo.
Sirva esta invitación al menos como deseo, pregunta, inquietud para que todos nos planteemos de una manera u otra programar unos días de Ejercicios Espirituales en nuestra vida.
Pido por ello en esta Cuaresma recién estrenada.