Rafael C. García Serrano
(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)
Su luz
El Señor de todos,
y de todos los días, y de todas las noches,
- ¡qué cortos unos, cuan largas otras! -
ha puesto su dedo ardiente sobre la piedra,
duro granito, de mi corazón.
Está inyectando una luz, un pulso nuevo,
- ¿una orientación, una oportunidad? -
a esta víscera de endurecidos músculos,
a esta terca razón que choca
contra el cristal de opacas claridades de mi frente.
Esa es su luz, la única que alumbra el mundo,
la que, si acepto, iluminará mi vida.
Incluido en mi libro 'Y su dedo rozó mi frente'.