Comunidad de la Madre de Dios
(Monasterio de Buenafuente del Sistal)
Queridos amigos:
En este mes de octubre, hemos celebrado a nuestra Madre en su advocación del Rosario, el mes de las misiones. Hermanos, este año, que continuamos inmersos en esta pandemia a la que no vemos fin, acojámonos a la Madre. Nuestra madre Teresita, que está en el cielo desde junio de 2013, decía: “vivo en el corazón de la Virgen, si no, no podría”. Pues así estamos nosotras y creemos que la humanidad entera, que no podemos. Por eso si reconocemos nuestra fragilidad, impotencia, miedos…. la puerta del Corazón Inmaculado de la Virgen María nuestra Madre, se abre. “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?” (Lc 11,11). Nuestra Madre, como en Cana de Galilea está atenta a nuestras necesidades
Las imágenes que a lo largo de la historia se han hecho de la Virgen María, a menudo, nos llevan a pensar en ella como un ser celeste, sin los sufrimientos y dificultades propios de los que peregrinamos en esta tierra. Y sin embargo, nada más alejado de la realidad. El nacimiento del Mesías a través del anuncio del ángel y la acción del Espíritu Santo, la colocó en una situación inverosímil e increíble, con el peligro inminente de ser repudiada, de humillación pública y riesgo para su vida. A pesar de todo esto ¿qué hizo Ella? ¿Se preocupó por su futuro? Dice el Evangelio: “Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea” (Lc 1, 39). Se puso en camino para cuidar a su prima Isabel. En un tiempo difícil, hostil, como es el actual para nosotros, la Virgen María salió de sí misma y se enroló en la aventura de atender a su prima que estaba a unos 150 km. más o menos desde Nazaret. Como ya hemos dicho: “en la adversidad fuertes en la caridad”, igual que la Virgen, sin pretensiones.
Un fraternal abrazo en el Corazón de María
Vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal