María, estrella del Adviento y de la evangelización

Adviento es preparar el camino al Dios que viene, el señor que sigue acercándose a nosotros y lo hace ayer, hoy y siempre a través de María para enviarnos a la misión

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

"/Los primeros días del Adviento discurren siempre en las fechas en las que la Iglesia se prepara y celebra a la Inmaculada Concepción de María, solemnidad del 8 de diciembre. La Inmaculada Concepción es, tras Santiago apóstol, patrona de España. Lo es desde 1760, por decisión del rey Carlos III.

Por ello, en este artículo, ofrezco dos decálogos, uno sobre lo que es el Adviento  otro  sobre María, la Inmaculada, como estrella y guía del Adviento y como estrella y camino de la evangelización. Y es que la misión de la Iglesia es la evangelización, la misión. El culto que la Iglesia tributa a Dios y a los santos, como María, es expresión también de evangelización.

Y es que el Adviento, todavía recién estrenado,  es el tiempo de María de Nazaret, la Inmaculada, que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.

 

Decálogos de los contenidos y actitudes sobre el Adviento

1.- El Adviento es, en primer término, tiempo de preparación a la Navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios.

2.- Es asimismo tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera, a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos.

3.- Por ello, el Adviento tiene una triple dimensión: histórica, en recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo en la historia; presente, en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través de la liturgia celebramos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor.

4.- El  Adviento es, ya en su mismo término o vocablo, <presencia> y <espera>. Es tiempo, no tanto de penitencia como la Cuaresma, sino de esperanza gozosa y espiritual, de gozo, de espera gozosa. Toda la liturgia de este tiempo persigue la finalidad concreta de despertar en nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante.

5.- El Adviento es un tiempo atractivo, cargado de contenido, evocador, válido… Vivir el Adviento cristiano es revivir poco a poco aquella gran esperanza de los grandes pobres de Israel desde Abraham a Isabel, desde Moisés a Juan el Bautista… Vivir el Adviento es ir adiestrando el corazón para las sucesivas sementeras de Dios que preparan la gran venida de la recolección… La vida es siempre Adviento o hemos perdido la capacidad de que algo nos sorprenda grata y definitivamente.

6.-Durante este tiempo del Adviento se han de intensificar actitudes fundamentales de la vida cristiana como la espera atenta, la vigilancia constante, la fidelidad obsequiosa en el trabajo, la sensibilidad precisa para descubrir y discernir los signos de los tiempos, como manifestaciones del Dios Salvador, que está viniendo con gloria.

7.-A lo largo de las cuatro semanas del Adviento debemos esforzarnos por descubrir y desear eficazmente las promesas mesiánicas: la paz, la justicia, la relación fraternal, el compromiso en pro del nacimiento de un nuevo mundo desde la raíz.

8.-El Adviento nos dice que la perspectiva de la vida humana está de cara al futuro, con la esperanza puesta en la garantía del Dios de las promesas.

9.-Adviento es el camino hacia la luz. El camino del creyente y del pueblo que caminaban entre tinieblas y encuentran la gran luz en la explosión de la luz del alumbramiento de Jesucristo, luz de los pueblos.

10.-La esperanza es la virtud del Adviento. Y la esperanza es el arte de caminar gritando nuestros deseos: ¡Ven, Señor Jesús!

 

Decálogo de María, estrella de la evangelización

“Ella (María) es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización”, de esta Iglesia en salida y en conversión misionera.  María, afirma el Papa  Francisco en el número 284 de su primer gran y programático documento, la exhortación apostólica “Evangelii gaudium” (EG), es el gran regalo de Jesús a su pueblo, que solo, ya en la cruz, después de entregar a su madre al apóstol san Juan y con él a todos sus discípulos, exclamó el “todo está cumplido”.

Y María, por esto, nos proporciona y muestra un extraordinario estilo misionero y evangelizador “porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”. “En ella, vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes”.

Por todo ello, su estilo misionero, el modelo misionero mariano, significa y supone estas actitudes básicas:

(1) Una actitud de permanente discernimiento de la voluntad de Dios y presta a decir siempre “sí”, aunque humanamente no comprenda lo que se la ha sido pedido.       

(2)Una actitud orante y contemplativa, que proclama las maravillas y la grandeza de Dios, que conserva, meditaba y ora todas las cosas meditándolas en el corazón y que “sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles”.

(3) Una actitud de permanente escucha y discipulado de la Palabra de Dios, la mejor escuela para la vida y la misión cristianas.

(4)Una actitud pobre, para los pobres, con los pobres y comprometida para reestablecer la justicia.

(5)Una actitud siempre disponible, siempre pronta y atenta a las necesidades de los demás,  que sale con premura y sin demora para auxiliar y servir y que procura y media para que falte nunca el vino de la gracia en nuestras vidas.

(6)Una actitud siempre maternal y tierna que “sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura”.  Y “como a san Juan Diego, María nos da la caricia de su consuelo maternal y nos dice al oído: «No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?».

(7)Una actitud solidaria con los que sufren porque “Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas” y porque Ella, como su hizo con Jesús, siempre permanece al pie de la cruz de todos sus hijos e hijas de todos los tiempos.

(8)Una actitud cercana que “se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno”. Una cercanía la de María que se expresa asimismo “a través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios” y que “comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica”.

(9)Una actitud de perseverancia, confianza y comunión, como la que la mantuvo, junto a los apóstoles en oración en el cenáculo, en la espera de Pentecostés.

(10)Una actitud, en suma, un estilo de vida que aúna una “dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás” y “que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización”  y una garantía de que su Hijo hace nuevas todas las cosas, también la misión evangelizadora que ahora nos corresponde a todos.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 4 de diciembre de 2020

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