Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
¡Nochebuena!
Esta noche irrumpe
una extraña luz:
La realidad se transfigura.
Todo es acontecimiento.
La cueva es hogar.
El silencio es Palabra.
La pobreza, un tesoro.
Florece el invierno.
El llanto de un Niño
es Encarnación de Dios.
El pecho de una madre,
entrañas de la tierra al cielo.
La noche se torna claridad.
El frío es cálido,
La soledad se vuelve compañía.
El interior desborda de presencia.
El bosque bate palmas.
El cielo llueve estrellas.
La tierra de perlas se engalana.
El campo queda envuelto en papel de seda.
Un halo invisible acompaña los pasos.
La sombra se torna trasparecía.
Lo que existe es vestigio divino,
firma del Verbo anticipada.
Ya no hay profeta, ni mensajero.
Hoy se entrega el testigo irrevocable,
Dios envía a su Hijo
Él es la verdad más plena.
Ya no estoy solo
Ni es anónima mi vida
Todo gesto de amor
Tiene sentido, aunque sea discreto.
El universo recibe mi embeleso,
el cielo la plegaria,
el mundo se equilibra
y la humanidad se beneficia.
Y vibra el corazón,
se contienen las lágrimas.
La gratuidad divina
empapa la tierra.