Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
Querido amigo:
Al cumplirse un año desde que venimos sufriendo el flagelo de la pandemia, mientras las noticias no dejan de comunicar sus efectos dolorosos y dentro de que también me han podido afectar los arañazos del virus por padecer, como tantos, el confinamiento, la soledad, la falta de trabajo, el alejamiento de los amigos, la muerte de seres queridos, debo reconocer sin embargo, la fuerza que me das pues conozco las circunstancias en las que vives tú también.
Cuando me levanto cada día, traigo a mi memoria a quienes desearían hacerlo, aunque fuera temprano, pero están en el hospital, sometidos a tratamientos agresivos.
Cuando se ha vaciado mi agenda de tareas exteriores, pero ello no supone una quiebra en la estabilidad económica, imagino el sufrimiento y hasta el desespero que produce no tener trabajo, la quiebra de la empresa o el cierre del establecimiento.
Cuando se prolongan los días sin tener a quien acoger, pero vivo en medio de la naturaleza, cómo no hacerme cargo de lo que supone estar confinado en un pequeño piso, totalmente solo, y con las barreras de la ciudad.
Confieso que casi da pudor tener hoy salud, mesa familiar y comunitaria para comer, amigos a quien escribir, comunicación personal con quienes se interesan también por nuestra situación.
Una opción que hago cada día es la de permanecer arrodillado ante el Sacramento, sin saber a quién aprovecha, pero confiado en que está siendo ofrenda de alivio para quienes padecen de manera más extrema los efectos de la pandemia.
Tu situación precaria me hace más responsable, austero, orante, sensible, solidario, y sé que lo mejor que puedo hacer es intentar no aumentar el número de contagiados, aunque cueste llevar una vida en confinamiento más o menos severo.
Estamos viviendo una conversión colectiva, gracias a tantos que estáis siendo oblación aceptada. ¡Ojalá no sea vano vuestro sacrificio y a todos nos abra el entendimiento para saber convivir de forma más humana, sobria, solidaria, agradecida y esperanzada!
A ti, que vives momentos extremos de salud, gracias. Y por ti mi ofrenda orante.