Por Jesús Francisco Andrés
(Delegación de Pastoral de la Salud)
Todos los cristianos estamos recorriendo el camino de la Cuaresma. Un tiempo de oración, de limosna, de ayuno. Y una pregunta que nos puede venir a la mente es ¿qué hago o qué puedo hacer con mi tiempo?
Hay personas que dicen que no tienen tiempo para nada, ni para rezar, ni para estar con la familia, ni con los amigos... que les falta tiempo... y tú y yo...
Hoy mi reflexión va en la línea de aprovechar el tiempo, muchos ya lo hacen y puede que tú también seas uno de ellos.
Hay muchas personas que “gastan” su tiempo sirviendo a los demás: dando de comer a los ancianos en las residencias de ancianos, visitando enfermos en los hospitales y haciendo compañía a los que están solos, pasando un rato en las casas de los que no pueden salir por su edad o por su enfermedad, dando catequesis a los niños en las parroquias, atendiendo a los necesitados en las Cáritas parroquiales....
Vamos, un mundo tan amplio y tan diverso y “silencioso” del que no todos tienen conocimiento.
Dicen que “el tiempo es oro” y el tiempo no es algo que se puede almacenar como el agua en los pantanos o los euros en la hucha. El tiempo es para “gastarlo” como es debido.
Tenemos por delante tiempo para usar y se nos invita a hacerlo bien. De cada uno de nosotros depende el cómo lo usemos y en qué lo usemos.
El paralítico del templo pide limosna a Pedro y éste le dice: “te doy lo que tengo”. Tú y yo y todos tenemos tiempo. Aprovechémoslo bien para compartirlo con todos aquellos que -aunque no nos lo pidan- sabemos que con nuestra presencia se sentirán mucho mejor.