Agustín Bugeda
(vicario general)
Hace un año que celebrábamos en la Iglesia que camina en las diócesis españolas el impactante congreso “Pueblo de Dios en salida”. Y justamente cuando estábamos empezando el pos congreso… de pronto, nos vino el “parón” del coronavirus con todas las circunstancias que conocemos y sufrimos. El día 11 de marzo nos reuníamos en la diócesis los que habíamos participado en el Congreso en vísperas del confinamiento.
Por eso, en esto tiempo de separación social, de “quédate en casa” ¿podemos seguir hablando del Pueblo de Dios en salida? ¿Es valida tal expresión, tal forma de vida…. O resulta anacrónica?
Yo creo que hoy más que el año pasado se pide a toda la Iglesia, y en concreto al laicado, el gran motor de la Iglesia, que esté más en salida que nunca, más en el mundo que nunca. Nuestros paisanos nos necesitan porque necesitan a Jesucristo, y tenemos que llevarlo y hacerlo con pasión.
Ahora nos tenemos que dejar llevar por el Espíritu, tal como sucedió en el Congreso, en ese nuevo Pentecostés, y seguro que será El quien nos dirá, nos guiará para que podamos ir, podamos acercarnos a los que caminan a nuestro lado: desde la oración, desde el gesto sencillo, desde la alegría y a esperanza de quien confía en el Señor.
El Congreso fue una fiesta de la vida bautismal, como esta tarde mismo decía el Secretario de la Conferencia Episcopal Española, y esa fiesta, aún con lágrimas en los ojos, la hemos de vivir con un corazón encendido, con un sueño misionero, con la sencillez de cada día.
En el Congreso trabajamos el primer anuncio, ¿y no necesita hoy nuestro mundo mucho más ese primer anuncio de la Buena Nueva que antes de la pandemia?; profundizamos en la línea de la formación, una formación muy necesaria hoy en todos los ámbitos para saber dar respuesta a tanto interrogantes como nos rodean; Y qué decir del acompañamiento en el que tanto insistimos, ¿no es hoy la clave de la pastoral en medio de la soledad de esta enfermedad? Un acompañamiento en tantos sentidos y de tantos modos: Acompañamiento personal, acompañamiento virtual, acompañamiento espiritual, acompañamiento real; Y por último, trabajamos la línea de la presencia de los cristianos en la vida pública… y ahí es donde el laico ha de estar como tal, en el trabajo, en el ocio, en las calles, en tantos ámbitos…
Nos necesita nuestra sociedad tan apartada de Dios, de su amor, de sus valores… no podemos dejar que se desmorone el mundo que nos ha tocado vivir sin ofrecerle la roca firme del amor de Dios, de su presencia creadora…
Esta pandemia nos ha paralizado en algunos aspectos más exteriores, pero por otro lado nos ha movilizado mucho más en lo más profundo para que permanezcamos en constante salida, para que estemos atentos a lo Dios quiere de nosotros, definamos prioridades y no perdamos el horizonte. Siempre en camino, un camino de comunión y sinodalidad, un camino que recorre todos los rincones de nuestro mundo y llega a todos los confines.
Pueblo de Dios en salida, ¡¡claro que sí!!