Tercer y penúltimo recorrido detallado sobre la catedral de Sigüenza, abierta las visitas culturales todos los días de 11 a 14 horas y de 17 a 20 horas, excepto el descanso del personal laboral del lunes completo y del martes por la mañana
Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
Hace dos semanas, al hilo del 852 aniversario de la consagración de la catedral de Sigüenza, ofrecí una visita general, un recorrido panorámico sobre ella. La pasada semana nos adentramos en el templo para recorrer sus quizás siete principales lugares: el crismón de consagración de 1169, el Doncel y capilla, la Sacristía de las Cabezas, el sepulcro del obispo Bernardo de Agén, santa Librada y la Virgen de la Mayor
Y anuncié para este viernes, en la página de Religión de NUEVA ALCARRIA, un nuevo recorrido, que se completará el viernes próximo con una visita completa al claustro.
Este nuevo recorrió parte del coro, en el corazón de la catedral, recorre la girola, se detiene en dos espléndidas capillas de la nave del Evangelio y hace un ya más somero recorrido de las capillas de la nave de la Epístola.
El coro gótico-renacentista
El coro de la catedral es un espacio reservado para la oración cantada del cabildo catedralicio que, en nombre de toda la comunidad diocesana, reza la liturgia de las horas. Se comunica con el Altar Mayor, cuyo retablo de Giraldo de Merlo ya conté, la pasada semana. a través de la denominada Vía Sacra, ubicada en la nave central de la catedral, y así denominada porque atraviesa la nave central del templo, de tres a imitación de Cruz de Jesucristo y comunica el palo vertical (el servicio a Dios) de la cruz con el palo horizontal (el servicio al prójimo).
Su fábrica es de sillar y el interior va revestido de una excelente sillería de nogal de estilo gótico castellano. La planta es rectangular, con tres lados y 84 sitiales distribuidos en dos órdenes. Entre los distintos artistas que trabajaron en él se pueden citar con certeza a Francisco de Coca, Gaspar, Peti-Juan y Martín de Vandoma. Terminado en 1491, fue completado posteriormente añadiendo sillas en la parte inferior, destinadas a beneficiados y cantores.
Las sillas superiores, asignadas a canónigos y seglares invitados, se muestran más trabajadas, sobre todo en sus respaldos. Destaca la elegante silla episcopal que muestra la influencia del gótico flamígero. Su respaldo está decorado con las figuras de dos profetas. Dos ángeles sostienen el escudo heráldico del cardenal Mendoza, obispo de Sigüenza y arzobispo de Toledo, mecenas de este coro. Corona la silla episcopal un pináculo aéreo, que asemeja una mitra, signo episcopal. La autoría decorativa de la silla del obispo parece pertenecer al maestro Rodrigo Duque Alemán.
Sobre el doselete corrido de la sillería se emplaza una balaustrada plateresca del siglo XVI elaborada por los entalladores Calderón y Juan de Amores y por el pintor Juan de Arteaga.
Dos magníficos órganos de tubos
En lo alto del coro se hallan los dos órganos catedralicios. El órgano mayor, el del evangelio, fue montado (tras los destrozos de la guerra civil para suplir a otro de comienzos del siglo XX) por la casa Amézua de San Sebastián en 1945, con sonoridad sinfónica. El de epístola, denominado “órgano pequeño o de san Pascual”, obra del taller Acitores de Torquemada, armonizado al modo barroco, fue donado a la catedral en el año 2011. Este segundo órgano también suplió a otro destrozado en el mismo periodo histórico recién citado. Ambos disponen de dos teclados y pedalero.
El coro se cierra con una imponente reja barroca, obra de Domingo Zialceta en 1647. Está coronada por Nuestra Señora del Rosario, santo Domingo de Guzmán y santo Tomás de Aquino, por deseo del donante, fray Pedro de Tapia, dominico y obispo entonces de Sigüenza.
La girola o corona de la Cruz
La primera parada, una vez concluida la nave de la epístola, es la capilla del Cristo de la Misericordia, que acaba de ser objeto de rehabilitación integral. Antiguamente, esta capilla fue sagrario o sacristía mayor. Su construcción data del año 1498, aunque fue restaurada en el siglo XVI. Su portada es de estilo plateresco, con un arco de medio punto decorado en sus enjutas y coronado con un frontón triangular recargado de elementos decorativos. En el interior destaca su hermosa bóveda gótica tardía y, en el centro, un retablo del siglo XVII que acoge la imagen del venerable Cristo titular de la capilla. Se trata de una excelente talla en madera del siglo XVI que expresa de forma admirable un gran naturalismo y serenidad. Los detalles anatómicos propios de estado de crucifixión son muy cuidados.
Tras esta capilla, aparece el altar dedicado a san Pedro Arbués. Se trata de un cuadro del siglo XVII, de estilo y líneas muy sencillas. En el centro, el lienzo de su titular, flanqueado por otros dos de san Pedro de Alcántara y santa Teresa de Jesús.
El siguiente altar es el de san Roque. También de mediados del siglo XVII, pero de un marcado estilo herreriano, recoge en su hornacina la talla estofada del santo titular. A ambos lados, algunos lienzos alusivos a su vida.
El altar central está dedicado a Nuestra Señora del Rosario. Es obra del siglo XVII de estilo escurialense. En su hornacina central se emplaza la Virgen titular, una bella talla policromada costeada por el franciscano fray Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza.
El cuarto altar está dedicado a san Felipe Neri. Dispone de una arquitectura sencilla de corte herreriano. En él se sitúan varios lienzos alusivos a la vida del titular, obra del pintor aragonés Jusepe Martínez.
El último altar es el de san Ildefonso. Del mismo siglo que los demás altares visitados, presenta un retablo con pinturas. La central la imposición de la casulla por la Virgen al santo titular.
Cada uno de estos cinco altares están rematados por cinco vidrieras. Tras el altar de san Felipe Neri, llegan la sacristía de las Cabezas y la tumba del obispo don Bernardo de Agén, descritas la pasada semana, y la sacristía menor o de los Mercedarios (está tiene una preciosa bóveda gótica y alberga un Cristo del siglo XV, probablemente de Alejo de Vahía y cuya restauración se espera comience en las próximas semanas).
Capilla de San Marcos y Santa Catalina
Concluido el recorrido de la girola y del transepto norte (el maravilloso conjunto de Santa Librada, descrito la pasada semana), se prosigue por la nave del Evangelio y se llega a la capilla de San Marcos y Santa Catalina.
Esta capilla cuenta con fachada gótica. En el intradós del arco se observan los escudos de su fundador, el chantre de la catedral y protonotario apostólico don Juan Ruiz de Pelegrina, enterrado en la parte derecha del muro de la capilla.
En su interior, llama la atención un interesante tríptico de la escuela castellana del siglo XVI. Se trata de un retablo gótico-flamenco de gran valor artístico, obra probable de Antonio Contreras. Se compone de una predela con siete tablitas, tres calles con dos tablas cada una y el guardapolvo.
En la tabla central aparecen los dos santos titulares de la capilla: san Marcos, con el fundador arrodillado ante él, y Santa Catalina. Justo encima un Calvario y en los cuerpos laterales escenas alusivas a la vida de los titulares. Destaca sobremanera la técnica utilizada, la armonía y su magnífico colorido.
Justo encima de la puerta de la sacristía, se observa un Calvario de estilo románico de fábrica anterior a la capilla.
Capilla de la Anunciación o de la Inmaculada
Su fachada es de gran interés por la combinación de tres estilos diferenciados: el gótico es visible en el centro del friso que corre sobre el arco y en el coronamiento de la cornisa; el plateresco se aprecia desde la base hasta el arranque del arco; y el mudéjar ocupa el resto. De algún modo, es lo que se entiende, en el alba del siglo XVI, por el estilo cisneriano.
En la parte baja, insertas en pequeñas hornacinas, se emplazan las figuras de piedra de san Miguel, a la izquierda, y Santiago, a la derecha. En las enjutas del arco, y entre labores de lacería moriscas, se sitúan los escudos del fundador, don Fernando de Montemayor. Encima se desarrolla un friso con paños de lacería a los extremos y la escena de la Anunciación en el centro junto a la jarra de azucenas, emblema del Cabildo. Otro friso corrido se sobrepone con los escudos del fundador y del cabildo, separados por paños de lacería. Remata una cornisa de mocárabes con figuras de leones en los extremos y una crestería gótica con un pequeño calvario en el centro.
La capilla está cubierta por una bóveda gótica y su retablo actual, de 1654, acoge una imagen de la Purísima (la Inmaculada), tallada en Madrid por el artista catalán Francisco Font y Pons, en 1904, con ocasión del cincuenta aniversarios de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción de María.
En su interior, están enterrados el obispo don Eustaquio Nieto y Martín, martirizado el 27 de julio de 1935, obra neogótica del siglo XX, del escultor aragonés Ángel Bayod, y el del fundador de la capilla, don Fernando de Montemayor, de estilo plateresco, Cierra este espacio una reja gótica con abundantes temas renacentistas, obra de Juan Francés.
Altares menores de la nave de la Epístola
Un magnífico Pentecostés de Julio César Semini, de comienzos del siglo XVII, es el primer elemento ornamental de la nave de la Epístola. Le sigue el altar de santa Cecilia, patrona de la música, con una imagen en escayola de la santa de comienzos del siglo XX, y un óleo del 1989 del sacerdote y pintor seguntino Constantino Casado.
La tercera parada es el altar de san Joaquín y de santa Ana, barroco, los padres de la Virgen María, que aparecen en óleo, acompañados, ya en imágenes pictóricas más pequeños, por san Pascual Baylón y san Francisco de Asís.
A continuación, llega el retablo de la Virgen de las Nieves (actualmente esta imagen está en el claustro, como contaré la próxima semana), en cuya hornacina aparece una talla de la Virgen del Pilar, del primer cuarto del siglo XIX. Y al lado, ya lindando con el crucero, aparece un cuadro, muy oscuro, fututo objeto de restauración, del jesuita del siglo XVI san Francisco de Borja.
Y debajo del órgano menor, enfrente del retablo de la Virgen de las Nieves, actualmente de la Virgen del Pilar, se halla el altar de san Pascual Baylón, el primer santo canonizado oriundo de la diócesis (de Torrehermosa, en la provincia de Zaragoza, hasta 1956, obispado de Sigüenza, ahora de Tarazona). Fraile franciscano de la segunda mitad del siglo XVI, es el patrono de los movimientos y asociaciones eucarísticas ya que destacó por su amor a la eucaristía. En su honor, ya en el siglo XVIII, se levantó un altar rococó, con talla central del santo y acompañándole, escenas de su vida de piedad mariana y eucarística, humildad y pobreza.
Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 2 de julio de 2021