Facundo

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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Facundo

 

Descubrí a Cabral hace muchos años. Seguramente más de los que quisiera y siempre, oyéndole, alguna idea despertaba en mí magín que me mantenía durante un buen rato, meditando sobre ella.

 

Es decir: no solo gozaba con la música y los textos de Facundo, también facilitaban en mi imaginación un “ir más allá”, un “plus ultra” de la propia canción. Ya dijo alguien, refiriéndose a la imaginación, que era “la loca de la casa” y aunque dejarla libre, sin embridar, no siempre es bueno ni oportuno, sin duda hay momentos en que puede llevarte a encontrar nuevas oportunidades de muchas cosas. Hasta cosas nuevas del alma y para el alma.

 

Recuerdo cómo me gustó aquella afirmación de Facundo que decía: “Si te tomas como una escuela tu trayecto desde el nacimiento hasta la muerte, te darás cuenta de que los errores son, en realidad, lecciones”.

 

Me alegraba oír a un seglar, a un cantautor, hablar del amor con trascendencia y más allá de la sexualidad. Verdaderamente hemos consentido, darle a la palabra “amor”, un sentido tantas veces equívoco hasta llegar a convertirla, en esencia, muchas veces en lo contrario de lo que realmente debiera entenderse. Cabral nos lo recuerda pues, aun cuando él ya no esté con nosotros, sus canciones, su música, nos siguen acompañando y recordándonos en tantas ocasiones, que somos frutos del amor.

 

Entre sus frases, hay alguna que se me fija con frecuencia mientras la tarareo: “El amor no se hace, el amor nos hizo a nosotros”.

 

Preciosa frase de alguien que se declaraba cristiano. Pero, para mí, estaría mejor construida si digo: El amor no se hace, el Amor nos hizo. Es verdad que somos fruto del amor de nuestros padres, pero antes, creo firmemente que somos el fruto de quien nos pensó y nos envió al mundo. Somos fruto del Amor de Dios por y para cada uno de nosotros.

 

Con aquel sentido cristiano que tantas veces empapaban sus canciones, él nos señalaba: “No estás solo, tú también eres sal de la tierra”.

 

Con facunda y atractiva elegancia, Facundo, cantautor, al tiempo que me acompaña y me divierte con sus canciones, pone la idea de Dios en ese momento de mi vida.

 

La lección, en este caso, no será el resultado de un error, partirá de una gran verdad: el Amor nos hizo y el cantautor me lo recuerda.

 

María, siempre a Cristo por y con María

 


 

 

Facundo

 

I discovered Cabral many years ago, surely more than I would like. And always, while listening to him, some idea appeared in my mind that kept me meditating on it for a while.

 

That is to say: not only did I enjoy Facundo’s music and texts, they also facilitated in my imagination a "go beyond", a "plus ultra" of the song itself. Someone already said, referring to the imagination, that it was "the crazy of the house" and although leaving it free and unbridled is not always good or timely, there are certainly times when it can lead you to find new opportunities for many things. Even new things of the soul and for the soul.

 

I remember how I liked Facundo's statement that said, "If you take your journey from birth to death as a school, you will realize that mistakes are actually lessons."

 

I was happy to hear a lay man, a singer-songwriter, talk about love with transcendence and beyond sexuality. We have really accepted to give the word "love", a meaning so often equivocal until it becomes, in essence, many times the opposite of what should really be understood. Cabral reminds us of it because, even if he is no longer with us, his songs, his music, continue to be with us and remind us on so many occasions, that we are the fruit of love.

 

Among his phrases, there is one that keeps frequently in my mind as I hum it: "One does not make love, love made us."

 

Beautiful phrase from a self-professed Christian. But, for me, it would be better built if I say: One does not make love, Love made us. It is true that we are the fruit of our parents’ love, but I firmly believe that first we are the fruit of the One who thought of us and sent us into the world. We are the fruit of God's Love for each of us.

 

With that Christian sense that so often permeated his songs, he pointed out to us: "You are not alone, you too are the salt of the earth."

 

With an eloquent and attractive elegance, Facundo, singer-songwriter, while accompanying me and amusing me with his songs, puts the idea of God in that moment of my life.

 

The lesson, in this case, will not be the result of a mistake, it will be based on a great truth: Love made us and this singer-songwriter reminds me of it.

 

Mary, always towards Christ through and with Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent

Guadalajara, Spain

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