La Virgen de la Mayor, san Roque y san Vicente son los tres patronos de la ciudad seguntina, patronazgo compartido hasta 1962 con santa Librada
Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
Cada año por estas fechas del corazón del mes de agosto, Sigüenza, al igual que otras tantas y tantas localidades, se han vestido de fiesta. La larga y dura pandemia del coronavirus (Sars Covid 19) ya obligó en 2020 a su supresión. Y tampoco en 2021, aunque habrá numerosas actividades culturales y religiosas, podrá haber fiestas populares, tal y como las entendemos. ¡Ojalá que en 2022 todo pueda volver a la ansiada y hasta necesaria normalidad! Y que las celebraciones de 2021 sean signos también de solidaridad hacia los más afectados por la pandemia y signo asimismo de esperanza en su definitiva superación.
Desde este contexto, presento en este artículo algunos apuntes sobre los patrones históricos de Sigüenza. Las fiestas populares tradicionales de Sigüenza se celebran en torno a san Roque, el patrono municipal, y Nuestra Señora la Virgen de la Mayor, la histórica, vigente y principal patrona. Sus fechas habituales han sido entre los días 12 y 23 de agosto.
En 2021, aunque no habrá procesiones de las imágenes de ambos, sí habrá cultos religiosos, con citas principales el domingo 15 de agosto, la Asunción, patrona de la catedral y de la diócesis; el lunes 16, san Roque; y el domingo 22, la Virgen de la Mayor. Las correspondientes misas, la primera y la tercera en la catedral, y la segunda en las Ursulinas, serán, en los tres casos a las 11:30 horas.
San Vicente, el 22 de enero
La ciudad de Sigüenza ha contado, desde su reconquista por el obispo Bernardo de Agén, en 1124, con cuatro patronos históricos. El primero en el tiempo y que todavía permanece es san Vicente, diácono y mártir en el alba del siglo IV, con fecha de celebración el 22 de enero, su memoria litúrgica, y fecha, en el año citado año, de la reconquista.
Estas fiestas nunca han dejado de celebrarse y tiene por epicentro la histórica y bella parroquia seguntina, dedicada al santo, desde la segunda mitad del siglo XII, mandada erigir por el obispo Cerebruno de Poitiers, el segundo en la mitra seguntina después de don Bernardo. Las fiestas de San Vicente se desarrollaron, con esplendor y tipismo, en sus fechas invernales. Es fiesta local. Dispone de cofradía desde 1793.
Virgen de la Mayor y Santa Librada
Fue también don Bernardo de Agén, quien, al poner los cimientos, al menos espirituales e ideológicos, de la catedral, quiso dotar a esta de dos elementos capitales en la construcción medieval de las catedrales: las reliquias de un mártir y una imagen mariana. Y aquí nacen el culto y patronazgo respectivo de la mártir aquitana (paisana del obispo don Bernardo) del siglo IV santa Librada y de Nuestra Señora la Virgen María en su misterio de su Asunción y en su advocación popular de la Virgen de la Mayor.
Esta, Nuestra Señora de la Mayor, inicialmente se hubo de celebrar en su fecha litúrgica, el 15 de agosto. Y, una vez comenzó también el culto a san Roque, cuarto patrono histórico seguntino, pasó a tener como fecha festiva el domingo siguiente a Roque (fecha que va entre los días 17 y 23 de agosto; en 2021, será el domingo día 22). Litúrgica, religiosa, eclesialmente, la Virgen de la Mayor es la patrona principal de Sigüenza. Desde 1522 existe la Cofradía de la Virgen de la Mayor de Sigüenza.
En relación a santa Librada y su patronazgo, la devoción y la misma identidad de santa virgen y mártir aquitana, cuyas reliquias atesora la catedral en su transepto o crucero norte, en uno de los lugares más extraordinariamente bellos del templo catedralicio, su culto y patronazgo se han visto sometidos a lo largo de los siglos a polémicas interminables y a una nociva superposición de tradiciones, que tanto han oscurecido la verdad y han perjudicado su culto.
¿De qué se trata en sustancia? De la yuxtaposición a la tradición aquitana (la auténtica en nuestro caso: joven virgen martirizada en Aquitana por degollación) con la tradición centroeuropea, aunque de origen galaico-portugués (Bayona la Real sería su cuna), de una santa Librada crucificada (confusión con la Wilgeforte centroeuropea) y las consiguientes falsas leyendas, surgidas tras el Concilio de Trento (1545-1563), y con origen en dos corrientes hagiográficas surgidas a partir del entonces: una racionalista (bolandistas) y otra fantasiosa (barroca) y populista.
Todo ello llegará hasta el entorno del Concilio Vaticano II (1962-1965). En 1962, el entonces obispo de Sigüenza, Lorenzo Bereciartúa Balerdi, solicita a la Santa Sede la supresión del culto, que es así concedido. Y cinco años más, su sucesor, Laureano Castán Lacoma, logra que el Vaticano restituya el culto, pero no el histórico patronazgo de la santa sobre la ciudad y la catedral.
Más de cincuenta años después, la verdad histórica, la tradición aquitana, está ya firmemente asentada y el culto a santa Librada experimenta un nuevo florecer; y en 2016 nació una nueva y dinámica hermandad a ella dedicada.
Hasta 1537, se celebraba a santa Librada el 18 de enero, la teórica fecha de su martirio. Pero desde entonces (el 15 de julio de aquel año se trasladaron las reliquias a su nuevo sepulcro en el citado crucero norte catedralicio), se celebra el 20 de julio.
San Roque: patronazgo, ermitas, culto
La primera constancia documental de culto a san Roque es del año 1468. La razón del patronazgo del santo, como fiesta, sobre todo municipal, fue a raíz de las entonces frecuentes epidemias de peste, de las que el santo es patrono y protector. Consta también que hubo una cofradía dedicada a él y que esta desapareció en 1689, pasando a cargo del ayuntamiento el mantenimiento de su culto.
Se desconoce con precisión el lugar donde se construyó la primera ermita en Sigüenza en honor de san Roque, aunque se piensa que no fue muy lejos del barrio de San Roque. Fue en 1530 cuando se solicitó terreno para emplazarla, y 38 años después, el ayuntamiento cedió terrenos para este fin. Se piensa que pudo estar situada en el entorno de la denominada Huerta de los Bolos, entre la actual ermita del santo y el puente de San Francisco, ya que, entre 1569 y 1572, en esta zona hubo una comunidad de padres jesuitas, que fundaron y rigieron el llamado Casa Colegio de San Roque confesor.
La segunda ermita de san Roque de Sigüenza fue construida en el final del siglo XVI o comienzos del siglo XVII en lo que camino real o paso de la Mesta, entonces en los extramuros de la ciudad y desde finales del siglo XVIII, por obra del obispo Juan Díaz de la Guerra, barrio ilustrado y neoclásico dedicado al santo, que se ha convertido en uno de los ejes de la ciudad.
Esta segunda ermita del santo debió resultar pequeña y poco apta, máxime después de la citada creación del barrio de San Roque. Por ello, en el año 1805, el obispo Pedro Inocencio Vejarano (el mismo que mandó crear la Alameda), mandó levantar una nueva, la tercera, en el mismo lugar que la segunda, que es sustancialmente la actual. Se trata de un edificio neoclásico, rematado por un airoso campanillo. Con la segunda república, dicha ermita fue expropiada y cedida al ayuntamiento, y en 1934 dejó de prestar oficios cultuales. Y las dos tallas existentes en la ermita, san Roque y san Sebastián, fueron destruidas.
Tras la guerra civil, la ermita fue reparada, pero ya no volvió a fines cultuales. En la actualidad y desde 1990, es sala de exposiciones y eventos culturales promovidos por el ayuntamiento.
¿Dónde fue a parar entonces, en 1934 y hasta nuestros días, el culto a san Roque? A la vecina iglesia de las Ursulinas, antiguo convento carmelita de la Virgen del Carmen y después de frailes franciscanos. Así, en este lugar después hubo frailes carmelitas entre 1594 y 1515. Al marcharse los Carmelitas, llegaron los Franciscanos. La iglesia y convento estaba dedicada a Nuestra Señora de la Porciúncula, título muy franciscano, y en 1835 fue desamortizado. La actual y bellísima factura arquitectónica de este templo data del siglo XVIII (las obras se concluyeron en 1749), por iniciativa del obispo de Sigüenza fray José García de Castro, que, con anterioridad, había sido ministro general de los Franciscanos. Manuel Serrano, vallisoletano, paisano del obispo, fue el arquitecto de esta preciosa obra barroca.
Tras la desamortización del ministro liberal Juan Álvarez de Mendizábal, iglesia y convento volvieron a manos de la diócesis, y en 1867, el entonces de Sigüenza y futuro cardenal, Francisco de Paula Benavides y Navarrete, lo cedió a las Monjas Ursulinas, presentes en Sigüenza, al lado de la ermita de san Roque, desde 1818, y actuales moradoras del lugar, con colegio, internado y convento. Y en este templo, se conserva desde hace más de ochenta años el culto del santo, con una imagen nueva de él, y se tiene su culto en el día de su fiesta, el 16 de agosto, con misa solemne, a las 11:30 horas.
En la catedral seguntina, en la girola, el segundo altar tras pasar la nave de la Epístola es el de San Roque. Es de mediados del siglo XVII (la escritura notarial y con sus características de diseño están fechadas el 18 de febrero de 1666, siendo obispo de Sigüenza Andrés Bravo de Salamanca, el mismo que donó las dos colecciones de ocho tapices flamencos cada una y el altar del trascoro de la catedral, donde está entronizada la Virgen de la Mayor), pero de un marcado estilo herreriano y recoge en su hornacina la talla estofada del santo titular. A ambos lados, hay algunos lienzos alusivos a su vida.
Pero, ¿quién fue san Roque?
San Roque, protector frente a pestes y males, nació en Montpelier (ahora Francia, entonces Reino de Mallorca), en fecha por determinar entre finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV. Parece que murió en Voghera, localidad italiana, junto a Pavía, en Lombardía. Peregrino, confesor de la fe y servidor de los peregrinos compostelanos, de quienes contrajo la peste. Era laico y perteneció la Orden Franciscana Seglar. Fue canonizado en 1584.
Aparece representado en la iconografía cristiana vestido de peregrino con bordón, sombrero y capa, con una llaga en una pierna, siendo la más habitual la izquierda, y acompañado de un perro, que suele llevar un pan en la boca, llamado Rouna, o un ángel, aunque a veces son representados ambos.
Su devoción se extendió muy rápidamente a partir del siglo XV. Desde Venecia se extendió el culto por Europa. En 1477, con ocasión de una epidemia de peste, se fundó en Venecia una cofradía, que se dedicó al hospedaje de enfermos de peste Dicha cofradía fomentó la devoción al santo construyendo capillas y más centros de acogida por toda Italia.
Su culto llegó a España también a finales del siglo XV. Es patrono de numerosísimas ciudades y pueblos. Significativamente y enlazando su condición de protector frente a pestes y su vinculación compostelana, es patrono también de Santiago desde 1518, año en el que la ciudad asolada por la peste se encomendó al santo para librarse de la misma con la promesa de erigirlo en patrono de la ciudad, renovando cada año el Voto el 16 de agosto, en la céntrica capilla a él dedicada. En 2018 el Papa Francisco, otorgó un Año Jubilar por el 500 aniversario del Voto de la ciudad y patronazgo.
Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 13 de agosto de 2021