Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
El sendero se abre sin requiebros.
Se pierde el camino en la montaña.
El frío entumece al peregrino.
Un paso tras de otro acompañan.
La soledad se hace amiga.
El silencio abraza la jornada.
Atrás se quedaron los festejos,
y resta recorrer la distancia.
Si piensas: mi vida es anónima,
si crees que nadie te conoce,
si temes contagiarte del virus,
y si el miedo vergonzante escondes.
Si se fueron los que tú querías,
si la vida se hace costosa,
si el brillo de plata era falso,
lo real con lo aparente choca.
No te ofrezco fórmula barata,
ni deseo herir tu pensamiento.
Es verdad la luz, tras las tinieblas.
Te lo digo con todo respeto.
No te pido que a ciegas me creas.
Aunque me digas que ya no puedes
No adelantes el final aciago.
Solo te pido que quieto esperes.
Alguien hoy te llama por tu nombre,
Alguien que conoce tus heridas.
No tienes en verdad que explicarle
las horas que llevas de andadura.
El desierto es largo, sin oasis.
El secreto es hallar el manantial.
Él te promete ser agua viva,
Y pan partido y tierno, candeal.
Buenafuente, 7 de enero, 2022