Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
No quiero argumentarte por oficio,
porque pienses que me es fácil la vida.
Ya sé que se hace muy larga la noche,
Perdida la salud y la familia.
No sé si te llegará el pensamiento,
de alguien que en tu grito se proyecta,
y recoge el clamor de tu vacío,
el pudor de tu llanto reprimido.
He salido de noche, a cielo raso,
para enviar con fuerza los mensajes,
porque te llegue el eco solidario,
convertido en sorbos compañeros.
No sirven las recetas paternales,
cuando se sufre la contienda recia.
Solo el tú codo a codo, se recibe,
el gesto entrañablemente, humano.
Aunque no lo veas, quizá ni sientas,
que en su memoria otros te recuerdan,
mira la luz nueva de las estrellas,
siente la suave brisa atardecida.
¡Son verdad las ofrendas gratuitas!
las ráfagas amables de la vida.
No te hieras introvertido, solo.
Hasta cabe que seas tú el alivio.
Tu existencia reclama las entrañas,
tu herida atrae el vino y la posada,
tu dolor cita el silencio amigo,
tu miedo, la presencia compañera.
Gracias por no dejarme en mi egoísmo,
Por ser fuerte pregunta tu persona.
levanto la voz y también las manos,
ruego, callo, amo y sufro contigo.