Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
Espadañas y torres del desierto:
¿Por qué dobláis si no os responde nadie?
¿Por qué llamáis, si nadie comparece?
Cada día repican las campanas
de la espadaña del lugar vacío.
No acuden fieles, pero el sonar alegra.
El páramo recibe la llamada,
y los campos se despiertan al alba,
de gala a la luz amanecida.
Canta la creación, se esconde el gamo
corren el corzo y las alimañas,
acostumbrados a vivir la calle.
El invierno en tierra despoblada
se hace largo por frío y por ausencias
de aquellos que se fueron con nostalgia.
Las campanas esperan el festivo,
el retorno de quienes las volteen,
en memoria de todos los vecinos.
Duele el día que, a pesar de todo,
acuden los nativos solidarios,
para ofrecer la última plegaria,
por quienes quieren esperar la luz
en su tierra nativa tan querida,
y toquen sus campanas a clamores.