Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)
Nos encontramos, de nuevo, en vísperas de Semana Santa, mediando ya la cuaresma.
Semana Santa es riqueza de colores, de olores, de sabores,… fiesta de los sentidos, pero sobre todo es fiesta de la fe. Porque la fe se hace color, imagen, penitencia,… se hace vida. Y hacemos fiesta de la fe en el Señor, que muere y que resucita, que nos resucita.
Las Cofradías y Hermandades llevan semanas preparándose: ensayos, programas, reuniones, pregones, conciertos, carteles, traslados, besamanos,…
Es verdad que la Semana Santa se vive todo el año en el culto, la formación y la caridad. Y añadimos la evangelización, porque el mundo cofrade evangeliza a través de la belleza de las imágenes, de la música, del color y de sus actos.
Las Hermandades y Cofradías, y esto se escucha cada vez con más fuerza en diversos foros, son un oasis en un mundo secularizado. Muchas vocaciones al orden sacerdotal o a la vida consagrada tienen su origen en este mundo, porque los seminaristas y religiosos maduran su vocación vinculados a su cofradía.
Frente al hedonismo, penitencia sincera; frente a la indiferencia, implicación y pertenencia; frente al individualismo, fraternidad.
El mundo cofrade y la misma Piedad Popular tiene una gran capacidad de adaptación a los tiempos, evolucionando con la sociedad, porque están formadas por gente del pueblo, el Santo Pueblo de Dios.
No podemos enfrentarnos ni obviar esta realidad, aunque se ha de estar también atentos a las tentaciones de mundanización. Estas asociaciones de fieles han de ayudar a avivar el compromiso cristiano y moral sincero, así como una implicación en la vida y misión de la Iglesia.
Encontramos en las Cofradías y Hermandades escuelas de vida y de fe, donde se transmite la fe hecha devoción de los padres a los hijos.
Y en el mundo cofrade también se escucha la llamada del Señor a la conversión para ser auténticamente lo que se es y a un servicio generoso a la comunidad.
Que el Señor y su Santísima Madre nos ayuden y acompañen en el camino cuaresmal hacia la Pascua, el encuentro con el Señor.