Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)
Nos disponemos a comenzar la Semana Santa, especialmente significativa tras años de pandemia y sufrimiento. Hoy por desgracia está también presente la muerte y destrucción provocadas por la guerra en Ucrania.
La Semana Santa es una oportunidad para el reencuentro tras estos años difíciles. Por eso este año es una Semana Santa es especialmente significativa.
En nuestros pueblos y ciudades las Cofradías de Pasión se disponen a manifestar la experiencia de fe que es ser cofrade, que es un estilo de vida, una forma de acrecentar el sentirse cristiano, el vivir y formar parte de la Iglesia.
Las cofradías cumplen con su finalidad, cuando manifiestan y fomentar la devoción a sus titulares, así como medio de manifestar la fraternidad, dando razón en comunidad de nuestra fe, y al compromiso caritativo para con el resto de cofrades y para con los más necesitados.
El hábito ayudará al cofrade a sentirse familia, miembro de una comunidad. Pero además de un ropaje, el hábito indica el modo de obrar y comportarse.
La Semana Santa nos ayuda a centrar nuestra mirada en el Señor y en María que nos muestran el misterio del Amor de Dios, al que nos unimos para ser apoyo de tantas personas que sufren.
En medio de una sociedad secularizada y que camina al margen de Dios, las Cofradías y Hermandades son una expresión de la belleza de la fe, del valor del sacrificio, de la dimensión pública de nuestra fe, y de la identidad de la Iglesia, que nos invita a caminar juntos, una Iglesia sinodal de la que todos somos responsables.
Que esta Semana sea auténticamente santa. Que Cristo Resucitado llene de luz y alegría nuestros corazones. Tenemos presentes a quienes nos dejaron y a quienes sufren las consecuencias de la guerra. Cristo, muerto y resucitado es para todos un mensaje de esperanza.
