Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
El Dios inapresable se muestra Crucificado.
El Dios que es amor, es víctima del odio.
Quien se revela fuente de vida, es matado.
El Todopoderoso, yace inerme en la Cruz.
No cabe comprender la Cruz.
No se puede especular con el dolor.
Ante Jesús muerto, desvaría la razón.
La Pasión no se entiende.
Y es que la muerte de Dios es vida.
La Cruz es amor.
La crucifixión concede libertad.
La noche es tránsito a la luz.
A Dios no se le comprende.
Los discursos sobre Dios especulan.
Solo cabe dirigirse a Él,
Invocarlo, con la certeza de su escucha atenta.
El creyente místico no intenta demostrar nada.
El orante contemplativo no violenta a Dios.
El creyente se fía en la noche oscura.
La mente se rinde y el corazón se enamora.
No intentes comprender, ama.
No busques razones, espera.
No intentes demostrar nada, confía.
Lo ilógico demuestra que Dios es siempre más.
Vivimos tiempos recios,
Noches dramáticas, sirenas violentas.
Pasión viviente en tantos.
Y grito de esperanza solidaria.
Ya nada es igual después de la Cruz.
Ya no hay sinsentido último.
Solo el silencio y el abrazo,
la adoración y la esperanza se comprenden.
Quien desee explicar el misterio, inventa.
Quien entra en su interior, intuye
la presencia indecible, divina,
que invita a penetrar aún más adentro.
La puerta es la herida del costado,
La luz interior vence a las tinieblas.
No enmudece el que ama, besa,
queda absorto en embeleso, duerme.