Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)
Con la llegada del verano, nuestros pueblos se llenan de gente, que tras estos años de gran dificultad, se disponen a celebrar sus fiestas patronales.
La devoción a Cristo, a la Santísima Virgen y a los santos, patronos de los pueblos, son punto de encuentro, motivo de fiesta y expresión de fe.
El encuentro entre personas es propio de nuestra naturaleza humana, que se fundamenta y expresa en la relación. El Evangelio también está lleno de encuentros del Señor con numerosas personas en las más diversas circunstancias, pero que siempre producen libertad y salvación. Por esto, podemos ver en nuestros re-encuentros estivales un valioso humus para la evangelización.
La fiesta expresa la alegría de existir, de ser hombre. Se realiza en comunidad y expresa lo que une a los que celebran la fiesta. Las fiestas patronales expresan la alegría de la fe, la alegría de protección y cuidado del Señor, de María y de los santos.
Expresar y manifestar la fe forma parte de la misma naturaleza de la fe. Esto lo ha asumido como una de sus características la religiosidad popular. En las fiestas patronales cada fiel expresa su devoción entre las formas tradicionales que ha recibido y el deseo de enseñarla y transmitirla a los hijos.
En sentido, y debido a los cambios tan grandes de las relaciones sociales hoy, las formas de devocionales pueden cambiar.
Pero no podemos olvidar en este sentido diversos criterios fundamentales como la sinceridad de la devoción, el explicar y argumentar bien los cambios, tener una clara referencia evangélica, un mayor compromiso fraterno y un deseo de evangelizar nuestra sociedad.
Las Juntas Directivas de las Hermandades y Cofradías tienen un papel fundamental en este sentido. Tanto sus reuniones como las Juntas Generales necesarias para mantener la esencia de la devoción y facilitar las nuevas expresiones de piedad, conformes siempre con ese deseo de facilitar una religiosidad más auténtica y sincera.
Felices Fiestas a todos.