Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)
El día dos de noviembre conmemoramos a todos los fieles Difuntos. Recordamos a los familiares y amigos que nos han dejado.
Los cristianos recordamos a los difuntos junto al centro de nuestra fe: la Resurrección de Jesucristo. En el bautismo participamos de la muerte de Cristo para poder participar en la vida eterna.
El recuerdo de los difuntos ha calado en la piedad popular. La fe del pueblo hace de este recuerdo un momento sagrado, que une sentimiento y profesión de fe. Los cementerios se llenan de personas que acuden con flores y oraciones.
En el mundo de las hermandades y cofradías el recuerdo de los difuntos está siempre presente. Los sufragios por sus difuntos están incluso reflejados en sus estatutos y reglamentos como una de sus obligaciones más sagradas.
En numerosos lugares, sobre todo en siglos pasados, existían las cofradías de Ánimas encargadas de atender a los difuntos, de ofrecer misas en sufragio por ellos, ofrecer limosnas, realizar obras de misericordia por ellos y atender a sus familiares.
En un momento en que se esconde la muerte es bueno recordar la muerte como el paso hacia la vida sin fin, afianzando en nosotros la esperanza de la Resurrección y siendo más conscientes de nuestro ser peregrino, en camino hacia la casa definitiva del cielo.
¡Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna!