Por Alfonso Olmos
(director de la Oficina de Información)
En este tiempo de Adviento, en el que preparamos la venida del Señor, escuchamos palabras de esperanza y conversión. “Preparad el camino al Señor” y “convertíos”, han sido palabras escuchadas en los textos que se proclaman. Son actitudes, la esperanza que nos lleva a preparar el corazón para la Navidad, y la conversión que nos sitúa en un cambio continuo, que siempre necesitamos los cristianos.
En estos momentos, en los que somos testigos de una crispación social y política indescriptible, sorprende que una de las palabras más pronunciadas, a la que se apela constantemente, pero a la que no se le tiene un respeto amplio, sea la palabra “Constitución”. Por eso es necesario un cambio de vida, lo que en cristiano llamamos conversión.
María es la Madre de la Esperanza y tenemos que invocarla para que nos colme el corazón de ilusión. Ella es la purísima de corazón, la que suaviza todas las disputas entre los hombres. La que, verdaderamente, prepara el corazón de los cristianos para la celebración del nacimiento de su Hijo, que esperamos con gran expectación.
Se entremezclan estos sentimientos y actitudes en este nuevo Adviento, tiempo de espera y esperanza, en el que tendremos que ahondar en el sentido profundo de la preparación del camino a Belén y vivir como buenos ciudadanos aportando a nuestra sociedad un gran espíritu de convivencia.