El 1 de enero es la Jornada Mundial por la Paz

Desde 1968, por iniciativa del Papa san Pablo VI, la Iglesia católica hace coincidir el primer día del año nuevo con la jornada mundial de oración por la paz

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Litúrgicamente, el 1 de enero es la solemnidad de Santa María Madre de Dios, la maternidad divina y virginal de María, una verdad de fe que constituye uno de los cuatro dogmas marianos claves: inmaculada, concepción, maternidad divina, perpetua virginidad y asunción a los cielos en cuerpos y alma. La ubicación de esta fiesta en la citada es por tratarse de la octava de la Natividad de Jesucristo, precisamente del seno de la María.

Además, desde el año 1968, cada primer de año, todos los 1 de enero, es la jornada mundial de la paz, por iniciativa del Papa Pablo VI, quien expresaba de este modo el objetivo y anhelo de esta celebración: "Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura".

Era el comienzo de 1968, en plena guerra fría, en los albores mismos de aquel emblemático año 68, con el conflicto de Vietnam como pesadilla mundial y con un mundo dividido en dos bloques antagónicos.

 

La voz de la conciencia, el clamor de la paz

 

Ha pasado más medio siglo y, mientras la paz es tantas veces solo una aspiración -muchas veces quimérica-, el compromiso de la Iglesia en favor de la paz se mantiene inalterable e insobornable. Resulta elocuente a este respecto observar cómo todos los gobiernos del mundo y en todos los conflictos bélicos de estas cinco décadas y media, antes o después, han recalado en el Vaticano, y cómo la Santa Sede ha sido siempre una voz coherente y ecuánime para reclamar y fundamentar la paz desde la justicia, la solidaridad, los derechos humanos y el primado de la reconciliación.

"Todo se pierde con la guerra; nada se pierde con la paz y con el diálogo y acciones en pos de ella", han reiterado los Papas. Bastaría citar como ejemplo la actitud  Juan Pablo II ante la guerra de Irak del año 2003; o los puntos de vista de Benedicto XVI y de Francisco tan apreciados y tan valorados en orden a la paz y a la resolución de los conflictos de estos últimos años y para educar hacia la paz,  singularmente Benedicto, y, en el caso de Francisco, introduciendo en ella nuevos caminos a recorrer como el del cuidado de la creación (ecología integral), de la educación y el trabajo y la promoción de colectivos desheredados y que no pueden vivir la paz con las personas víctimas de la trata y los migrantes y refugiados.

Francisco ha sido firme candidato en los últimos años al Premio Nobel, que inexplicablemente todavía no le ha sido concedido. Con todo, en 2016, el Consejo de Europa le concedió el Premio Carlomagno, premio que en 2004 ya le fue otorgado también a Juan Pablo II. “El Papa Francisco -se leía en la motivación de la concesión del premio– trae un mensaje de esperanza a Europa en un momento de crisis que ha puesto en segundo lugar todas las conquistas del proceso de integración”. Particularmente se citan las intervenciones del Pontífice durante su viaje a Estrasburgo el 25 de noviembre de 2014. El Papa –continuaba el acta del jurado el premio- es la “voz de la conciencia” que pide colocar al centro al hombre, “una autoridad moral extraordinaria”.

 

 La paz necesita de la justicia, del diálogo, de la educación y del trabajo

 

Potenciar la jornada

 

Fue la lógica del encuentro entre la Iglesia y el mundo, la que inspiró la constitución de la Jornada Mundial de la Paz, según las inspiraciones que el Concilio había expresado en su constitución pastoral Gaudium et spes. No se trataba entonces, como tampoco ahora, de una celebración exclusivamente católica, sino de una iniciativa compartida por “todos los amigos de la paz”.

La Iglesia, escribió Pablo VI en 1968, solo lanzaba una idea con la esperanza de que pudiera dedicarse un día del año a tomar conciencia de la existencia de una humanidad común que es la que exige la promoción de la paz.

Sin embargo, y desgraciadamente, ni siquiera dentro de la propia Iglesia católica, esta Jornada merece la acogida que debería. Todos los años, los Papas publican el mensaje del día 1 de enero, el mensaje de la paz. Pero, ¿qué se hace para hacer llegar esta jornada y su mensaje anual? ¿Quién lee los mensajes para la Jornada Mundial de la Paz o conoce, si quiera, a qué asunto se dedica el mensaje del año que se acaba de inaugurar?

No se trata de alterar el calendario litúrgico que dedica el primer día del año a celebrar la maternidad de María, pero tampoco de ignorar uno de los ejes centrales de la dimensión social de nuestra fe cristiana.

 

La paz es un valor radicalmente cristiano

 

La paz es, quizás, uno de los términos y conceptos más propios del cristianismo, una de las palabras más ricas y fecundas de nuestra concepción de las relaciones entre los hombres y los pueblos, así como uno de los deberes a los que con más decisión y compromiso deberíamos entregarnos los cristianos. Lejos de ser una palabra hueca o un deseo, se trata de un imperativo para la supervivencia de los pueblos.

La paz, que es mucho más que la ausencia de guerra y que solo es posible cuando se dan la justicia, el desarrollo y el perdón, “es la línea única y verdadera del progreso humano”. 

Para nosotros, los cristianos, decía Pablo VI en 1968, proclamar la paz es anunciar a Cristo y su Buena Noticia. De ahí que la iniciativa adoptada en 1968 era, y es, una oportunidad de oro para una Iglesia que al celebrar la paz anuncia la hermandad intangible y universal de todos los hombres derivada de la Paternidad de Dios, la comunión, el amor al prójimo, el perdón y la reconciliación.

 

Tema de la Jornada 2023

 

El enunciado del tema elegido por Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2023 reza “Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz”

En el correspondiente mensaje, Francisco defiende que, “aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza”. “Confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, orienta nuestro camino”, subraya.

 

Lecciones a aprender de la pandemia

 

Más adelante, el Papa Francisco recuerda cómo el Covid desestabilizó “nuestra vida ordinaria, revolucionando nuestros planes y costumbres” y el “malestar generalizado que ha calado en los corazones de muchas personas y familias”. “La pandemia parece haber sacudido incluso las zonas más pacíficas de nuestro mundo, haciendo aflorar innumerables carencias”, señala.

En esta línea, reitera que “de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores. Hoy estamos llamados a preguntarnos: ¿qué hemos aprendido de esta situación pandémica?”.

Además, el Papa afirma que la mayor lección aprendida de todo ello es “la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana”.

“También hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la tecnología y los efectos de la globalización no solo ha sido excesiva, sino que se ha convertido en una intoxicación individualista e idolátrica”, añade.

El Papa Francisco destaca de este tiempo el “retorno a la humildad”, la reducción de “ciertas pretensiones consumistas” y un “renovado sentido de la solidaridad”. “De esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra ‘juntos’ en el centro”, señala.

 

Y ahora, un nuevo desastre: la guerra

 

El Papa Francisco recuerda, como no podía ser de modo otro, que “la guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad, no solo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada hacia todo el mundo”.

Para el Papa, esta guerra representa “una derrota para la humanidad en su conjunto y no solo para las partes directamente implicadas”.

“Aunque se ha encontrado una vacuna contra el Covid, aún no se han encontrado soluciones adecuadas para la guerra”, alerta Francisco.

“Ciertamente, -continúa el Santo Padre-, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado”.

Ante esta situación, el Papa Francisco invitó a “dejarnos cambiar el corazón por la emergencia que hemos vivido” y permitir “que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y de la realidad a través de este momento histórico”.

Asimismo, explica que “las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos están todas interconectadas, y lo que consideramos como problemas autónomos son en realidad uno la causa o consecuencia de los otros”.  Por ello, hizo una llamada a afrontar los retos de nuestro mundo “con responsabilidad y compasión”.

 

Virus como el cambio climático, el hambre, la pobreza

 

Y por todo ello, Francisco reclama “retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático”.

Francisco, en su mensaje, apremia, igualmente, a “luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos, apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades”.

 

Pobreza y mujer son retos de justicia social y de paz pendientes

 

Y añade que “el escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades.

Francisco concluye su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2023, deseando “a todos los hombres y mujeres de buena voluntad un feliz año, en el que se pueda construir, día a día, la paz entre todos y ser todos artesanos, la paz.      

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de diciembre de 2022

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps