Por Juan Pablo Mañueco
(escritor y periodista)
Al pie del patio de armas
cuando el sol está al oriente
cada almena al occidente
hace sonar sus alarmas
de sombra oscura menguante…
El castillo fue garante
de los obispos-guerreros
combatiendo por sus fueros
hasta el siglo Diecinueve.
Alto su airoso relieve.
Y también es belicosa
la catedral-fortaleza
que en doble naturaleza
abajo del val reposa.
A su facies religiosa,
une aspecto de bastión,
pues es dupla la razón
de la “fortis seguntina”,
que en la guerra y paz camina
mostrando en ambas grandeza.
Románica al exterior
y muy gótica por dentro;
de dos estilos encuentro
y… ¿cuál le sienta mejor?
Ni el uno ni otro es menor…
Capilla de las cabezas,
que las trescientas contiene
esculpidas, bien se aviene
a variar todas las piezas
en bóveda de bellezas.
La capilla de los Arce
única es por el Doncel,
que no yace por cincel
sino que un asombro esparce:
Recostado y muy armado
está en un libro leyendo,
los ojos bajos abriendo
góticamente tallado.
A silencio el alabastro
mueve, no a pena u otro rastro.
Pero Sigüenza no es eso
sino todos los estilos,
pues han tejido sus filos
cada siglo con su peso;
y que le ha dejado impreso
su marca, matiz y modo,
haciendo el conjunto todo
un memorial arquitecto
que le dota del aspecto
de ciudad que arte da un beso.
Juan Pablo Mañueco
Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha
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