Por Eugenio Abad Vega
Consiliario de la Delegación de Infancia y Catequesis
A veces, en relación a la liturgia y a las celebraciones cristianas, podemos tener la sensación de que se trata de un eterno retorno. Llega el adviento, la navidad, el tiempo ordinario, la cuaresma, la pascua…y el ciclo se repite año tras año. Y aunque eso es verdad en cuanto al ritmo celebrativo, no lo es en cuanto a la naturaleza de la vida cristiana, pues ésta es lineal: En el bautismo iniciamos un camino que recorremos con la finalidad de ir progresando en la santidad.
Por eso, la iglesia nos invita a vivir la cuaresma no como un año más, de forma repetitiva y rutinaria, sino como un “más” en el año, como un “plus”, una oportunidad nueva o un regalo que Dios nos da (“Ahora es el tiempo de la gracia, ahora el es tiempo de la salvación” dirá san Pablo a Corintios).
Conversión, ayuno, perdón, compasión, pureza de corazón, alabanza, reconciliación, justicia, gracia, oración, silencio, limosna, salvación… son palabras muy presentes en este tiempo de cuaresma. Son un clamor de Dios hacia nosotros para que vivamos como hijos suyos; y, a la vez, un clamor nuestro hacia Él para que lo haga posible mediante su gracia.
Cuaresma, ¿un año más o un “más” en el año?, pregunta que, sin duda, podemos hacernos y tratar de responder también en los grupos de catequesis, sobre todo, con adultos y jóvenes.