El 14 de marzo esta candidatura, “Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza”, recibirá un Premio Popular de Nueva Alcarria a la labor en patrimonio cultural
Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
Tres años después de que el Ayuntamiento de Sigüenza y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha lanzaran la candidatura, esta, a pesar de la pandemia, ha ido tomando cuerpo. La candidatura ha sido presentada dentro del apartado de paisaje cultural y abarca no solo la ciudad de Sigüenza, sino toda su comarca (amén de buena parte de las 29 pedanías seguntinas), incluye la villa medieval de Atienza y se extiende desde el río Dulce hasta el río Salado. De ahí, su denominación oficial como “Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza”. Desde el 12 de noviembre de 2021, la candidatura está incluida en la lista indicativa que España tiene presentada ante la UNESCO.
De este modo, en la candidatura se aúnan naturaleza, arte, urbanismo, historia y lo que se denomina también patrimonio inmaterial (fiestas, tradiciones, folklore). Sin olvidar la importancia que a esta candidatura aportan todos estos elementos, sobre lo que luego volveremos; ahora, he aquí diez razones, centradas sobre todo en la ciudad de Sigüenza, “corazón” de la candidatura.
Diez razones, al menos…
(1) Su geografía y su prehistoria. Rodeada de siete colinas (de oeste a este, Buitrera, cerro de la Quebrada, cerro de San Cristóbal, cerro del Mirón, cerro de Villavieja, cerro del Otero y La Lastra), Sigüenza, la que domina el valle, se mece sobre el valle del río Henares, todavía naciente, y muy próxima a los ríos Dulce y Salado, que, entre Mandoyona y Baides, se fusionan con el Henares.
La historia de Sigüenza es más de dos veces milenaria, como ha puesto de evidencia la reciente exposición en la catedral ATEMPORA 2022: desde la celtibérica ciudad y después la antigua Segontia romana de Valdecán a la Sigüenza del alba del tercer milenio, que actualmente navega en medio de la historia, del presente y del futuro en uno de los más duros y crudos epicentros de la España vaciada. Y casi 1.000 metros de altitud sobre el nivel mar.
(2) Sede episcopal desde el siglo IV. Tras la oficialidad y libertad para el cristianismo en el Imperio Romano, a partir del 313, la fe cristiana llega pronto a Sigüenza y quizás en ese mismo siglo ya es sede episcopal. Dato que es una verdad histórica en el año 589 cuando entre los obispos que firman el III Concilio de Toledo se halla ya el de Sigüenza, de nombre Protógenes. Desde entonces, y con la salvedad de los cuatro siglos de invasión musulmana en España y en Sigüenza, es ininterrumpida la historia y la actividad de la Iglesia católica en y desde la sede episcopal de Sigüenza.
(3) Una catedral de más de 850 años. Aun cuando la primera catedral (la iglesia, el templo propio del obispo) pudo estar ubicada, como testimonian las “Cantigas”, número 383, de Alfonso X el sabio, en la vera del Henares, en lo que ahora es Santa María de los Huertos, junto al Parque de la Alameda, en la iglesia entonces llamada de Santa María de Medina o Santa María Antiquísima, tras la reconquista de la ciudad y diócesis, año 1124, comenzó la construcción de la catedral en su emplazamiento actual. Dicho templo fue consagrado al culto el 19 de junio de 1169, por el obispo Joscelmo Adelida (el tercer sucesor del obispo Bernardo de Agén, quien, el 22 de enero de 1124, reconquistó la ciudad y comenzó a reconquistar también el histórico territorio diocesano entre el Alto Duero y Alto Tajo). Ello hace que la catedral de Sigüenza sea una de las antiguas catedrales de España.
(4) La Sigüenza medieval. La catedral de Sigüenza constituyó durante siglos el eje urbanístico de la ciudad junto con el castillo-fortaleza. Y entre catedral y castillo, en ciudad amurallada, se desarrolló la ciudad, con sus empinadas y empedradas callejas y travesañas y sus rincones donde también florecieron en el Bajo Medievo las denominadas Tres Culturas, y donde en el final de la Edad Media y alba del Renacimiento, nació una universidad, fundada por el canónigo seguntino Juan López de Medina, y sobre cuyos estatutos el cardenal Cisneros (con anterioridad, fue también canónigo de esta catedral) erigió, un par de décadas después, la Universidad de Alcalá de Henares. La Universidad de Sigüenza desapareció en 1836.
(5) Una de las diez mejores catedrales de España. Esplendoroso recorrido por la mejor historia del arte cristiano del segundo milenio, la catedral de Sigüenza es románica, es cisterciense, es gótica, es renacentista, es plateresca, es barroca, es neoclásica, como luego veremos. Y todo ello convierte a esta catedral en una de las diez mejores catedrales de España y entre las cincuenta mejores catedrales de todo el mundo.
Además, la ciudad conserva otras espléndidas muestras de los artes románico, cisterciense y gótico en las iglesias de Santiago, Santiago y Santa María de los Huertos.
(6) Solo por el Doncel ya merece ser ciudad patrimonio. Erigida, en 1493, en una capilla catedralicia, junto al bazo sur del crucero, la escultura yacente de Martín Vázquez de Arce (el Doncel de Sigüenza) es un prodigio de belleza y de simbolismo. Es mucha más que una marca, que lo es. Es un emblema del ideal renacentista y humanista (aun habiendo sido esculpida la figura en estilo gótico tardío). La escultura yacente del Doncel no es solo una de las mejores esculturas yacentes de toda la historia de arte, sino también de toda la historia de la escultura.
(7) Primor renacentista y plateresco. La edad o siglo de oro de la historia de España (final del siglo XV, donde sobresale la extraordinaria figura del cardenal Pedro González de Mendoza, y siglos XVI y XVII) fue también la edad o siglo de oro de la historia de Sigüenza. Y su estilo artístico y cultural, con denominación y marca de origen, simboliza esta etapa de la historia es el plateresco. Y quien busque plateresco primoroso, no podrá dejar de contemplar y admirar en la catedral seguntina la Sacristía de las Cabezas, el esplendoroso conjunto del transepto o crucero norte (Santa Librada), promovido por el obispo Fadrique de Portugal, la iglesia de Santa María de los Huertos (su exterior; el interior es gótico) y la renacentista Plaza Mayor y sus soportales.
(8) Majestuosa sobriedad barroca y neoclásica. Visitar Sigüenza es un paseo, un recorrido vivo por la historia, el arte y el urbanismo, donde el barroco nos espera magnífico en la fachada de la iglesia de las Ursulinas y en el retablo del trascoro catedralicio en honor de la Virgen de la Mayor. Y donde el neoclásico tiene cita en el Callejón de Infantes, las fachadas de los antiguos seminarios y universidad, el Paseo de San Roque, la catedralicia puerta del mercado y hasta la huerta u obra del obispo entre Sigüenza y Alcuneza. Y, de nuevo, merece, en este apartado, una mención otros dos obispos de Sigüenza: Andrés Bravo de Salamanca y Juan Díaz de la Guerra.
(9) Un oasis de naturaleza. Enclavada, como ya se dijo, en el valle del Henares naciente, Sigüenza abarca en su territorio y municipalidad 29 pueblos y pedanías, que se extiende entre los ríos Salado (las históricas salinas de Imón) y Dulce (con parajes tan hermosos y agretes como Pelegrina, La Cabrera o Aragosa, en pleno parque natural). Una naturaleza la de Sigüenza se hizo y se hace pueblo y ciudadanía en la Parque de la Alameda (otro obispo, Pedro Inocencio Vejarano, fue su promotor, para “solaz de pobres), en los campos de deporte y campamentos del Oasis y en el pinar, la raposera y la pinarilla.
(10) Un mundo de patrimonio inmaterial por descubrir. En este patrimonio inmaterial de Sigüenza, que es también patrimonio vivo, como lo son su historia, su arte y su naturaleza, se produce una espléndida simbiosis entre lo popular y lo religioso, como aunando amas dimensiones expresan la hoguera de san Vicente, los arcos de san Juan, los toros y encierros de san Roque, las jornadas medievales,… ; la música (Sigüenza es ciudad de mil música y de honda y variada raigambre, tradición y presente musical) y la gastronomía (la ciudad dispone de una magnífica red de hostelería, incluso con dos restaurantes con Estrella Michelín); y también sus ritos cristianos como el Descendimiento de Cristo, el paso de los Armaos de Semana Santa, las procesiones el Santo Entierro y de la Virgen de Mayor, también llamadas, respectivamente del Silencio y de los Faroles,….
Y todavía más joyas en sus derredores
Esta candidatura a patrimonio de humanidad incluye, asimismo y como se indicó al comienzo de este artículo, otros lugares de gran belleza. Empezamos por los castillos medievales: Sigüenza, Atienza, Guijosa, Palazuelos, Pelegrina, La Riba de Santiuste.
Enclavada en la Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, territorio de gran esplendor del románico rural, la candidatura, sin incluir, aunque están muy próximas, las joyas de las iglesias de Albendiego, Villacadima y Campisábalos, sí incluye los también hermosísimos templos románicos de Carabias y de Pozancos, amén de las murallas de Palazuelos, las ya citada Salinas de Imón (uno de las fortalezas de la candidatura; también hubo salinas en Alcuneza, La Olmeda de Jadraque, Rienda), los retablos renacentistas de las iglesias de Pelegrina, de Riosalido y de Bujarrabal, y, por supuesto, la bellísima villa medieval de Atienza, sus números y valiosas iglesias y museos y su histórica Caballada.
Espacio geográfico y natural de la candidatura
El paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza forma parte de la paramera de Sigüenza que se extiende entre el Sistema Central y la Cordillera Ibérica. La interacción entre el ser humano y este excepcional espacio natural ha conformado un ecosistema propio, definido desde la Edad Media, que se ha mantenido hasta la actualidad sin apenas modificaciones, con una miríada de pequeñas aldeas y pueblos que dependen de la ciudad de Sigüenza como principal núcleo de población de la comarca, seguido de la villa de Atienza.
El área incluida se extiende desde el Parque Natural del Barranco del río Dulce al sur hasta la villa de Atienza al norte, abarcando una superficie de 219 km2 encuadrados dentro de la paramera de Sigüenza, una de las representaciones naturales más significativas e íntegras de este tipo paisajístico en la península ibérica.
Los paisajes culturales son bienes que representan las “obras conjuntas del hombre y la naturaleza”. Ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitaciones y/o oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas.
El paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza pertenece a la categoría de paisaje evolutivo relicto (o fósil). Nacido durante el proceso de conquista cristiana del territorio en el siglo XII, evolucionó orgánicamente hasta el siglo XIX a partir de la organización territorial medieval, deteniéndose definitivamente entre los siglos XIX y XX debido al fenómeno de la despoblación. Ello ha permitido que se conserven sus características esenciales sin cambios sustanciales.
Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 10 de marzo de 2023