Por Juan Pablo Mañueco
(escritor y periodista)
Preciosa Virgen María
por la Cristiandad amada,
por el propio Dios soñada:
luz y llama al mediodía.
Prístina Virgen preciada,
manantial de la alegría,
recibe mi vida; y guía
-hacia tu lumbre gloriosa-
a esta postrada criatura
que anhela escalar tu altura.
Hazme obra tuya valiosa.