Por Alfonso Olmos Embid
(Director de la Oficina de Información)
Los lemas se convierten en emblemas que, normalmente, identifican una marca. La Iglesia solo tiene un lema propio, que nos encomendó Jesucristo: el amor. Dios es amor. Lo dice la sagrada escritura. El amor luego se jalona con actitudes que lo expresan incondicionalmente. Así surge otro aforismo: ama y haz lo que quieras.
Podríamos decir que servir y amar es lo mismo. Por eso la palabra que se ha empleado para titular el último cuaderno de trabajo de los grupos sinodales de la diócesis es: Servimos.
Servir y amar siempre y en todo, pero de una forma especial en cuatro ámbitos en los que ahora la diócesis quiere hacer hincapié, en su último periodo de reflexión: la dimensión social y caritativa de la Iglesia, la movilidad humana, el cristiano en la vida pública y la comunicación.
Hoy, más que nunca, nuestra Iglesia será más creíble si crece en servicio a la sociedad en estos aspectos, tan actuales como vitales. Se reflexionará sobre la caridad, la escucha y el acompañamiento a los más pobres y necesitados, a los que viven solos, a los mayores o a los que tienen distintas carencias; también sobre la acogida a los que vienen de lejos buscando un mundo mejor, que muchas veces no terminan de encontrar. El servicio se hace público en la vida política y asociativa y en el compromiso por la verdad en los medios de comunicación y las redes sociales, los dos últimos temas a tratar.
Seguimos teniendo por delante un reto llamado sinodalidad, que ahora está más de moda y es más universal por los trabajos que se están llevando a cabo en Roma. Que acertemos, con la ayuda del Espíritu.