Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». (Isa 52, 7)
Me introduje por caminos,
con oficio mensajero,
por decir a la espesura
el acontecimiento eterno.
Bajé por trecho escarpado,
como corzo o cervatillo,
simulando agilidad,
que pesó en la subida.
Vi pinares y sabinas,
enebros, y carrascales,
bujadillas, romerales,
rocas, tajos, cantorrales.
Descendí hasta el caudal del
río más esmeralda,
azul del manto del cielo,
lapislázuli de plata.
A todos les fui diciendo
del Creador hecho Niño,
de quien antes de los tiempos
estaba en Dios, en su seno.
Y escuché una voz,
por dentro de todas las criaturas,
a coro y en sinfonía,
nosotras yo lo sabíamos.
Al principio, el Creador
por medio de su Palabra,
nos hizo de su hermosura
testigos de su reflejo.
Nosotras te confirmamos:
El Hacedor se extasió
al ver en su obra buena
su belleza derramada.