Visitantes y a veces convecinos

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia de Santa María la Real en Guadalajara)

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Acordémonos de San José, padre putativo de Jesucristo trabajador en país extranjero como lo fue. ¿Qué significaría socialmente en aquella época? ¿a qué tensiones estaría sometido como lo están hoy muchos de nuestros visitantes extranjeros en busca de trabajo? ¿tendría carga suficiente de trabajo para mantener adecuadamente a su familia? ¿encontraría trabajo suficiente como les pasará a cualquiera de nuestros visitantes que hoy vienen en busca de trabajo? Pasarían dificultades, sin duda, como cualquiera de los que acuden hoy hasta sin redes familiares que pudieran proporcionarles alguna ayuda.

 

¿Serían percibidos como tantas veces en los países ricos miramos con cierta displicencia a nuestros visitantes en busca de trabajo: a los que vienen de fuera a ganarse la vida entre nosotros?

 

¡A aquellos que acuden con frecuencia a realizar los trabajos más humildes, aquellos que no deseamos atender nosotros!

 

A su alrededor, sus vecinos se preguntarían posiblemente: ¿Quiénes eran esos recién llegados? Esos advenedizos ¿vendrían a disputarles sus trabajos? ¿Pensarían aquellos egipcios como tantos es posible que puedan pensarlo hoy, ante la llegada de los que vienen de lejanas tierras a ganarse y a compartir el pan con nosotros?

 

¿Qué angustia tendría José como responsable de la atención y cuidado de aquella pequeña familia? Pienso con frecuencia en ellos al ver a quienes nos los recuerdan, transitando por nuestras calles. ¿Cómo nos interpelaría hoy José sobre nuestra responsabilidad para con ellos, para con los migrantes?

 

Se les ve por todo el territorio nacional, pues deben de haber sido repartidos de manera aleatoria para que nos llamen menos la atención. Para que nos molesten menos ¿quizás?

 

Volviendo a la sagrada familia que como se ha indicado serían vistos posiblemente con cierta suspicacia ante esa circunstancia, debería llevarnos a plantearnos como deberemos comportarnos nosotros para con ellos para con los migrantes. Deberíamos ser conscientes de que nadie abandona la tierra donde se ha nacido por puro capricho. Algo debe romperse por dentro en todos aquellos que tienen que vivir una experiencia tan dolorosa.

 

Las Conferencias de San Vicente, siempre han intentado tomar una parte del dolor de todo aquel que sufre por cualquier causa. También del dolor de cuantos tienen que vivir una experiencia tan dura como debe ser la separación de la familia emigrando: como emigró la familia de Jesús a otras tierras.

 

Todos hemos nacido en un entorno determinado que, sin duda, añoraríamos si tuviéramos que abandonar. Si tuviéramos que adaptarnos a otros lugares. Como les pasará a todos aquellos con los que nos cruzamos y somos conscientes de que son de otras tierras. En aquello que esté en nuestras manos, facilitémosles la integración. Es nuestra responsabilidad cristiana. Por Caridad.

 

A Cristo siempre con y por María

 

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferencia de Santa María

Guadalajara, España

 

 

VISITORS AND SOMETIMES NEIGHBOURS

 

 

Let us remember St. Joseph, the putative father of Jesus Christ, a worker in a foreign country as he was. What would he mean socially at that time, what stresses would he be under as many of our foreign visitors in search of work are today? Would he have enough work to adequately support his family? Would he just find sufficient work as any of our visitors who come today looking for a job? He would struggle, no doubt, as would any of those who come today even without family networks that could provide them with some assistance.

 

Would he be perceived as we, so often in rich countries, look down on our visitors in search of work - those who come from abroad to make a living among us?

 

To those who often come to do the humblest jobs, those we do not want to do ourselves!

 

Their neighbours around them might have wondered “who were these foreigners, these newcomers?” Would they come to take over their jobs? Would those Egyptians feel like this, as many may think today, faced with the arrival of those who come from distant lands to earn and share the bread with us?

 

How distressed must Joseph have been as the one responsible for the care and attention of his small family! I often think of them when I see those who remind us of them, walking our streets. How would Joseph challenge us today about our responsibility towards them, towards migrants?

 

They are seen all over the country, as they must have been randomly distributed so that they attract less attention. So that they bother us less, perhaps?

 

Returning to the holy family who, as mentioned above, would possibly be viewed with some suspicion in such circumstances, should lead us to consider how we ought to behave towards them and towards migrants. We should be aware that no one leaves the land of their birth on a whim. Something must break inside all those who have to live through such a painful experience.

 

The Conferences of St. Vincent have always tried to share the pain of all those who suffer for whatever reason. Also the pain of those who have to live such a hard experience as the separation of the family by migrating: as the family of Jesus migrated to another land.

 

We were all born in a certain environment that we would undoubtedly long for if we had to leave, if we had to adapt to other places. As it will happen to all those we come across and we are aware that they are from other lands. As far as we can, let us facilitate their integration. It is our Christian responsibility. Out of Charity.

 

To Christ, always with and through Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conference of Santa María

Guadalajara, Spain

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