Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)
Con La llegada del verano, en vísperas de San Juan, numerosas localidades de nuestra diócesis, con escasa población durante el año, se llenan de los hijos del pueblo que durante el año viven en las ciudades.
Y con el verano llega el reencuentro con familiares y amigos, y llega también la fiesta. El Señor, la Virgen o los santos, venerados en el lugar acogen a los visitantes, que celebran su memoria convirtiéndose esos días en un acontecimiento religioso y cultural de primer orden.
En numerosas ocasiones, estas celebraciones se convierten en acontecimientos de masas, reflejando la universalidad del misterio de la Iglesia, como un auténtico atrio de los gentiles donde se acoge a gran número de cristianos “no practicantes”. Y aquí la paciencia y la esperanza son virtudes que se viven y se ponen en práctica. Aceptar los procesos y ritmos de las personas, convencidos que la devoción va creciendo y animando la vida.
Estas muestras de religiosidad popular han de ser orientadas, por medio de una pedagogía evangelizadora, hacia la Palabra de Dios, a la comunión con la diócesis y la parroquia, con los pastores y el magisterio eclesial, creciendo en fervor misionero, libres siempre de cualquier ideología.
La Piedad popular nos ha de ayudar a discernir, conscientes que es un medio válido para la evangelización. Ayuda a las personas a valorar la verdadera fe, fuente de convicciones personales y a dar respuesta a sus anhelos y esperanzas.
¡¡¡ Feliz Verano y Felices fiestas Patronales !!!!