Seis santos que siguen siendo necesarios y actuales

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

En el final de agosto, la Iglesia nos propone en el santoral de estos días a santos tan destacados como José de Calasanz, Teresa Jornet, Mónica, Agustín, papa Juan Pablo I, fray Junípero Serra

 

 

 

La piedad, la formación y el apostolado del pueblo cristiano se han nutrido también a lo largo de los siglos de la devoción a los santos.  A través de ellos, como rezan los prefacios de las misas de los santos, Dios y la Iglesia “nos ofrecen el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino, para que, animados por su presencia alentadora, luchemos sin desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se marchita”.  Y es que “mediante el testimonio admirable” de los santos; Dios fecunda sin cesar a su Iglesia con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de su amor y nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión”.

El Papa Benedicto XVI afirmaba lo siguiente sobre la permanente novedad y legado de los santos, a quienes definía como aquellos que cambiaron el mundo para bien: “Los santos, aunque sólo sean pocos, también cambian el mundo. ¿Qué es lo que estos santos tienen en común? ¿Cómo podemos describir y hacer fecunda para nosotros su particular forma de vida? Sí, los santos nos muestran que es posible y bueno vivir de manera radical la relación con Dios, poner a Dios en primer lugar y no como una realidad más entre otras. Los santos nos muestran de manera evidente el hecho de que Dios ha tomado la iniciativa de dirigirse a nosotros; en Jesucristo se ha manifestado y se nos manifiesta. Cristo sale a nuestro encuentro, habla a cada uno y lo invita a seguirlo. Los santos han tomado en serio esta posibilidad, por así decirlo, en el continuo diálogo de la oración, han tendido a Él desde lo más recóndito de su ser, y de Él recibieron la luz que les abrió a la vida verdadera”.

En las postrimerías ya del mes de agosto, y ante el alba del mes de septiembre, tiempo todo este marcado por las fiestas populares, he aquí hoy las semblanzas biográficas de seis extraordinarios santos de estos días todavía estivales.

 

25 de agosto: san José de Calasanz

 

En Peralta de la Sal (provincia de Huesca y diócesis de Barbastro-Monzón), el 11 de septiembre de 1556 (o 1557) nació José de Calasanz Gastón, fundador de la Congregación Escolapia o Calasancia. Falleció en Roma el 25 de agosto de 1648. Fue un sacerdote católico, pedagogo y santo español, fundador de la primera escuela cristiana popular de Europa. En una época en que la educación tenía por destinatarios casi exclusivos a los miembros de las familias adineradas, José de Calasanz fue un pionero de la educación colectiva al alcance de todos.

El 13 de agosto de 1948 José de Calasanz fue declarado patrono universal de las escuelas cristianas en el mundo por el Papa Pío XII. ​ La Iglesia católica lo considera el santo patrón de los educadores y maestros, junto con el francés san Juan Bautista de la Salle. Fue beatificado en 1748 y canonizado en 1767.

Durante décadas, el 27 de noviembre se ha celebrado en España el día de los maestros en su honor. Y es que el 27 de noviembre de 1597, este sacerdote aragonés tuvo la idea de abrir una escuela para niños pobres en Roma: la asistencia era voluntaria, pero en 1618 ya atendía a unos 1.500 niños romanos, ​ por lo que se lo considera el fundador de la escuela pública gratuita en Europa.

 

 

26 de agosto: santa Teresa Jornet e Ibars

 

Es la patrona de la ancianidad y la iniciadora, junto al sacerdote seguntino venerable siervo de Dios Saturnino López Nova, fundador, de la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.  Teresa de Jesús Jornet e Ibars nació en Aytona (Lérida), en el seno de una familia religiosa, el 9 de enero de 1843.  Tuvo dos hermanas y tres sobrinas religiosas, y tío abuelo suyo el beato Francisco Palau, fraile carmelita y predicador

Estudió en Lérida para maestra e ingresó en el monasterio de las clarisas de Briviesca (Burgos). Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX no permitía la emisión de votos. Entonces se hizo carmelita terciaria, dedicándose a la enseñanza. Posteriormente, junto a un grupo de sacerdotes en Barbastro, bajo el impulso de don Saturnino, desde 1872, se dedicó a la atención de ancianos abandonados. Se estableció en Valencia donde quedó fijada la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Falleció en Liria (Valencia) el 26 de agosto de 1897. A su muerte había ya 103 asilos o residencia de ancianos en España y América. Fue beatificada el 27 de abril de 1958 por Pio XII y canonizada por Pablo VI el 27 de enero de 1974.

 

26 de agosto: beato papa Juan Pablo I

 

El llamado Papa de la sonrisa y de los 33 días, Albino Luciani, nació, en el seno de una humilde familia, en la pequeña localidad véneta de Canale D´Agordo el 17 de octubre de 1912. En su juventud, tuvo problemas de salud.

Murió en Roma en la noche del 28 al 29 de septiembre de 1978. Había sido elegido Papa en la tarde del 26 de agosto de 1976. Fue el primer Papa que tomó un nombre doble: Juan Pablo I.

El 7 de julio de 1935 fue ordenado sacerdote al servicio de la diócesis de Belluno. Sirvió como párroco rural, profesor de Religión, profesor y formador del seminario y en la curia diocesana, de donde fue vicario general y director de Catequesis.

El 27 de diciembre de 1958, de manos del Papa Juan XXIII, fue ordenado obispo. Fue obispo de Vittorio Veneto de 1958 a 1969 y de 1969 a 1978, patriarca de Venecia. Participó en todo el Concilio Vaticano II.

Fue creado cardenal por Pablo VI el 5 de marzo de 1973. Sobresalió por su humildad, sencillez, cercanía, austeridad, y sentido pastoral y catequético. Fue autor del delicioso libro de cartas «Ilustrísimos señores».

Beatificado por el Papa Francisco, el domingo 4 de septiembre de 2022, su memoria litúrgica se ha fijado para el día 26 de agosto de cada año.

 

27 de agosto: santa Mónica de Tagaste o Hipona

 

Es la madre de san Agustín de Hipona, uno de los personajes más extraordinarios de toda la historia. Santa Mónica (331-387) es recordada y honrada por sus extraordinarias virtudes cristianas, en particular por sus sufrimientos causados por su marido, y por la vida de oración que dedicó para la conversión de su hijo, quien escribió extensamente acerca de ella en su libro «Confesiones».

Mónica nació en Tagaste, en la actual Argelia. Sus padres eran cristianos. Se casó a una corta edad con un hombre mayor, romano, pagano, violento y libertino, Patricio, a quien las limosnas, buenas acciones y oraciones de Mónica incomodaban. No obstante, Mónica perseveró en la oración por su marido, cuya conversión al cristianismo y cambio de conducta logró.

         Mónica tuvo tres hijos que sobrevivieron a la infancia, uno de ellos Agustín, quien comenzó llevando una vida disoluta y contraria a la fe cristiana. De nuevo, Mónica fue la mujer valiente, perseverante y orante que logró, junto a al obispo de Milán, san Ambrosio, también la conversión de su hijo Agustín. Porque «un hijo de tantas lágrimas» y oraciones no se podía perder.

Es santa y su memoria litúrgica es el 27 de agosto, el día de antes de la de su hijo, Agustín, que murió como obispo de Hipona.

 

28 de agosto: san Agustín de Hipona

 

Nacido en Tagaste, al norte de África, en 354, Agustín de Hipona es uno de los más grandes padres de la Iglesia de Occidente. Tras abrazar corrientes paganas maniqueas buscando la verdad en diversas filosofías en boga en la época, gracias a la oración constante de su madre, santa Mónica, acabó convirtiéndose al cristianismo y fue bautizado en el año 386.

Excelente maestro de retórica, Agustín fue ordenado sacerdote y más tarde, bajo la guía de san Ambrosio de Milán, fue consagrado obispo de Hipona en una época convulsa, en la que el Imperio Romano se estaba debilitando, acusando a los cristianos de los males del mismo. Agustín combatió duramente las doctrinas heréticas de su tiempo, defendiendo la validez de los sacramentos, incluso celebrados por ministros indignos, oponiéndose así a lo que los donatistas querían sostener. Defendió también la doctrina del pecado original frente a las herejías de los pelagianos.

Su celo pastoral y sus magníficos escritos sobre doctrina cristiana lo convirtieron en doctor de la Iglesia. Su famosa obra, las «Confesiones», un testimonio personal de su vida, ha pasado a la historia como un a Dios por las obras que hizo en él. Su fiesta se celebra el 28 de agosto. Es el «doctor gratiae».  Murió en el año 430.

 

28 de agosto: san Junípero Serra

 

Miguel José Serra Ferrer nació en Petra (Mallorca) el 24 de noviembre de 1713.  A los 16 años ingresó en la Orden Franciscana, donde, en 1731, emitió los votos y se puso el nombre de Junípero en memoria y honor a uno de los primeros seguidores de san Francisco de Asís. Con 24 años fue ordenado sacerdote y pronto se convirtió en uno de los predicadores y profesores más reputados y fecundos de la isla. Sin embargo, él quería ser misionero en las Indias, adonde, concretamente a México, partió en 1749.

Entonces, comenzó la segunda y definitiva etapa de su vida. Primero fueron ocho años de ministerio abnegado y tan duro entre los indígenas Pame de la Sierra Gorda mexicana y otros ocho años más en Ciudad de México; y después, entre 1769 y 1784, en California.

Ciudades denominadas con nombres expresamente cristianos –Los Ángeles, San Diego, Santa Clara, Santa Bárbara, Sacramento, San Antonio, San Luis, San Gabriel, Sacramento, San Francisco…-, nueve misiones, una cada 48 kilómetros (la distancia que recorre un caballo en una jornada), se sucedieron, gracias a su celo y ardor evangelizador y civilizador, por toda la costa californiana hacia el Pacífico, en medio de pueblos indígenas, cuyo mejor abogado fue precisamente fray Junípero. En una de estas misiones, la de San Carlos Borromeo, en Carmel, falleció el 28 de agosto de 1784.

San Juan Pablo II lo beatificó en Roma en 1988 y Francisco lo canonizó en Washington en 2015.  Su memoria litúrgica se celebra el 28 de agosto.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 23 de agosto de 2024

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