Toda la Iglesia se prepara el jubileo romano Y universal 2025

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

De la noche del 24 de diciembre de 2024 al 6 de enero de 2026, la Iglesia universal vivirá en año santo y jubilar, dedicado, por decisión de Francisco, a la esperanza

 

 

 

 

En tres meses (desde la noche del 24 de diciembre), toda la Iglesia católica tiene cita pendiente con el Jubileo 2025, año santo y jubilar romano y universal, inserto en la secuencia de los años santos jubilares romanos surgidos en el año 1300 y que desde 1475 se celebran cada 25 años.

Este jubileo celebra los aniversarios “redondos” de la encarnación y natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Tiene en la ciudad de Roma su epicentro, singularmente en las cuatro basílicas papales, antes llamadas basílicas patriarcales o mayores (San Pedro del Vaticano, Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán). También son templos jubilares todas las catedrales y concatedrales de la Iglesia y aquellos templos singulares que los obispos determinen en sus diócesis.  

El camino hacia el Jubileo 2025 ha sido jalonado y preparado, por voluntad del Papa Francisco, con dos años temáticos previos: 2023, el año dedicado al redescubrimiento de las enseñanzas y contenidos del Concilio Vaticano II, y 2024, año de la oración.

Conceptos anexos a la idea de un jubileo romano y universal son peregrinación, conversión, oración, caridad, reconciliación, puerta santa, indulgencia y gracia, celebración, profesión de fe, renovación. En definitiva, todo aquello que disponga a un encuentro transformador con Jesucristo.

Habida cuenta de que este Jubileo 2025 estará más un año con nosotros, en esta primera entrega acerca de él, nos vamos a detener en el origen y sentido de un jubileo, un breve apunte histórico al respecto, la bula de convocatoria, fechas y lugares de este Jubileo y su logotipo o imagen, himno y oración. Habrá en los próximas semanas y meses nuevas entregas sobre este mismo tema.

 

 

Orígenes y sentido de un jubileo

Antiguamente, para los hebreos el jubileo era un año declarado santo, que recurría cada 50 años, y durante el cual se debía restituir la igualdad a todos los hijos de Israel, ofreciendo nuevas posibilidades a las familias que habían perdido sus propiedades e incluso la libertad personal. A los ricos, en cambio, el año jubilar les recordaba que llegaría el tiempo en el que los esclavos israelitas, llegados a ser nuevamente iguales a ellos, podrían reivindicar sus derechos. “La justicia, según la ley de Israel, consistía sobre todo en la protección de los débiles (San Juan Pablo II, Tertio millennio adveniente 13).

La Iglesia católica ha dado al jubileo hebreo un significado más espiritual. Consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos, y en la posibilidad de renovar la relación con Dios y con el prójimo. De este modo, el Año Santo es siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano

 

Desde el año 1300

La Iglesia católica inició la tradición del Año Santo con el Papa Bonifacio VIII, en el año 1300. Este Pontífice previó la realización de un jubileo cada siglo. Sin embargo, en 1343 el Papa Clemente VI lo redujo a 50 años. Y desde el año 1475, para permitir a cada generación vivir al menos un año santo, el jubileo ordinario comenzó a espaciarse al ritmo de cada 25 años. Un jubileo extraordinario, en cambio, se proclama con ocasión de un acontecimiento de particular importancia. Y, por ello, nada hay establecido acerca de su periodicidad.

Los años santos ordinarios celebrados hasta hoy han sido 26. El último fue el Jubileo del año 2000. El Jubileo de 2025 será jubileo ordinario, el vigésimo séptimo de la historia. Será el primer jubileo ordinario convocado y presidido por el Papa Francisco, quien, del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016, ya presidió un jubileo extraordinario, el Jubileo de la Misericordia.

La costumbre de proclamar años santos extraordinarios se remonta al siglo XVI. Los últimos de ellos, celebrados el siglo pasado, fueron el de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del XIX centenario de la Redención, y el de 1983, proclamado por Juan Pablo II por los 1950 años de la Redención, amén del ya citado Jubileo de la Misericordia del Papa Francisco.

 

Bula de convocatoria

El término bolla (del latín bulla = burbuja o más en general, objeto redondo) originalmente indicaba la cápsula metálica utilizada para proteger el sello de cera unido a través de un cordón a un documento de especial importancia, con el fin de certificar su autenticidad y consecuentemente su autoridad. Con el tiempo, el término ha pasado a indicar primero el sello y más tarde el documento en sí, por lo que hoy en día se utiliza para todos los documentos papales de especial importancia que llevan, o al menos tradicionalmente deberían llevar, el sello del Pontífice.

La bula de convocatoria de un jubileo, además de indicar el tiempo, con las fechas de apertura y cierre, y las modalidades de desarrollo, constituye el documento fundamental para reconocer el espíritu con el que se convoca, las intenciones y los frutos deseados por el Papa que lo convoca para la Iglesia.

La bula del Jubileo 2025 fue firmada por el Papa Francisco, el 9 de mayo de 2024, tras el rezo de las segundas vísperas de la solemnidad de la Ascensión del Señor.  “Spes non confundit” (en español, “La esperanza no defrauda”), frase de la carta del apóstol a los Romanos (Rom 5, 5), es su título.

 

Fechas del Jubileo 2025 y sus lugares

Las fechas y lugares del Jubileo las expresa literalmente el Papa Francisco en la recién citada bula:” Apoyado en esta larga tradición y con la certeza de que este Año jubilar será para toda la Iglesia una intensa experiencia de gracia y de esperanza, dispongo”:

(1)  La Puerta Santa de la basílica de San Pedro, en el Vaticano, se abrirá en la noche del martes 24 de diciembre de 2024, comenzando así el Jubileo, que concluirá en esta misma basílica vaticana el 6 de enero de 2026.

(2) El domingo sucesivo, 29 de diciembre de 2024, abriré la Puerta Santa de la catedral de San Juan de Letrán, que el 9 de noviembre de este año celebrará los 1700 años de su dedicación.

(3)  El 1 de enero de 2025, miércoles, solemnidad de Santa María Madre de Dios, se abrirá la puerta santa de la basílica papal de Santa María la Mayor.

(4)  El domingo 5 de enero se abrirá la puerta santa de la basílica papal de San Pablo extramuros. En estas tres basílicas, las puertas santas se cerrarán el domingo 28 de diciembre de 2025.

(5) El domingo 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos diocesanos celebren la eucaristía como apertura solemne del año jubilar. En las Iglesias particulares o diócesis el año jubilar finalizará el domingo 28 de diciembre de 2025.

 

Logo del Jubileo 2025

El logo representa cuatro figuras estilizadas que indican la humanidad proveniente desde los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, indican la solidaridad y la fraternidad que une a los pueblos.

La primera figura está aferrada a la cruz. Es el signo no solo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella, sobre todo en los momentos de mayor necesidad. Es útil observar las olas que la rodean y que están en movimiento, porque muestran que la peregrinación de la vida no siempre pasa por aguas tranquilas. Muchas veces las experiencias personales y los eventos del mundo exigen con mayor intensidad el llamado a la esperanza.

Es por esto que se debe subrayar la parte inferior de la cruz que se alarga transformándose en un ancla y que se impone sobre el movimiento de las olas. Bien sabemos que el ancla ha sido usada como metáfora de la esperanza. De hecho, el ancla de la esperanza es el nombre que en la jerga marina se da al ancla de reserva usada por las embarcaciones para hacer maniobras de emergencia que permitan estabilizar la barca durante las tormentas.

No se olvide el hecho de que la imagen muestra cómo el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario con la impronta de un dinamismo en crecimiento que tiende cada vez más hacia la cruz. La cruz no es estática, sino dinámica y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro y no dejándola sola, ofreciendo la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza. Se destaca, finalmente, con color verde el lema del jubileo 2025: Peregrinantes in Spem (Peregrinos de esperanza).

El logo fue elegido por el Papa, ya en 2022, en base a una terna creada tras recibir 294 propuestas de 213 ciudades y 48 países diferentes, de artistas de un rango de edad de los participantes entre 6 y 83 años.

 

Himno y oración

El texto del himno ha sido preparado por Pierangelo Sequeri y musicalizado por Francesco Meneghello, ambos italianos. Contiene numerosos temas del Año Santo. En primer lugar, el lema, “Peregrinos de esperanza”, encuentra el mejor eco bíblico en algunas páginas del profeta Isaías (Isaías 9 e Isaías 60).

Los temas de la creación, la fraternidad, la ternura de Dios y la esperanza en el destino resuenan en un lenguaje que no es "técnicamente" teológico, aunque lo sea en el fondo y en las alusiones, para hacerlo resonar con elocuencia en los oídos de nuestro tiempo.

El estribillo del himno es este: “Llama viva para mi esperanza, / que este canto llegue hasta ti, / seno eterno de infinita vida, / me encamino, yo confío en ti”. Y la oración oficial del Jubileo 2025 reza así:

”Padre,  que estás en el cielo,/ la fe que nos has donado en/ tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,/y la llama de caridad/ infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,/ despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino./  Tu gracia nos transforme/ en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio/ que fermenten la humanidad y el cosmos,/en espera confiada/de los cielos nuevos y de la tierra nueva,/cuando, vencidas las fuerzas del mal,/ se manifestará para siempre tu gloria. La gracia del Jubileo reavive en nosotros, / Peregrinos de Esperanza, / el anhelo de los bienes celestiales/ y derrame en el mundo entero/ la alegría y la paz/ de nuestro Redentor. / A ti, Dios bendito eternamente, / sea la alabanza y la gloria por los siglos. / Amén”.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 20 de septiembre de 2024

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