Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)
Los meses de agosto y septiembre, son tiempo dedicado a celebrar fiestas en nuestros pueblos y ciudades. La Asunción y la Natividad de María, así como la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, son los ejes de estas celebraciones.
En el mundo rural se celebraba la fiesta después de realizar las labores del campo. Con el tiempo se han ido adaptando a unas fechas que faciliten la presencia de los hijos del pueblo que viven en otros lugares y con otros trabajos.
La fiesta tiene una finalidad religiosa, de honrar al patrón o protector del lugar, pero por otro lado, tiene también una finalidad social, pues promueve el descanso y encuentro, fomentando la alegría y la fraternidad entre todos los miembros de la localidad o entre el grupo de amigos. Por eso, la fiesta está presente en todas las sociedades.
La fiesta, como dice Romano Guardini, está vinculada al juego, que tiene como rasgo fundamental su inutilidad, el no buscar la utilidad, como tampoco el arte tiene una finalidad fuera de sí. La Piedad Popular expresa la dimensión religiosa del pueblo con una gran carga lúdica, y poco moralizante. La fiesta se desenvuelve más a un nivel emocional que racional, pero que expresa lo que la persona es y lo que necesita.
Esperemos que estas fechas sirvan para fomentar la dimensión religiosa de los pueblos y una auténtica fraternidad, para construir una sociedad más humana y en donde todos nos comprometamos en crear una sociedad más justa y solidaria.
El próximo día 21 de septiembre, en Yunquera de Henares, tendremos la oportunidad de encontrarnos y celebrar lo que somos y lo que queremos ser, en una Jornada de fraternidad y fiesta.