Por Alfonso Olmos Embid
(Director de la Oficina de Información)
La paz siempre es don y tarea. El Papa no se cansa de buscar cauces de paz para nuestro mundo en guerra. En estos días nos convoca a orar por la paz. Nos abruman los conflictos bélicos, especialmente los de Europa y Oriente Próximo. Pero no podemos olvidar otros países castigados con la beligerancia de sus habitantes, sobre todo en África, en los que actualmente tampoco se vive en paz.
Francisco nos invita a rezar y ayunar por la paz. Es un gesto aparentemente sencillo, pero lleno de significado. Ayunar con un propósito nos vincula espiritualmente. Es, como si dijéramos, otra forma de oración. Es más que dejar de comer y beber, es concentrarse en asuntos espirituales, o concentrarse espiritualmente en algunos asuntos. Pues el Papa nos invita a ayunar por la paz.
Además nos pide oraciones. Lo hace en torno a la fiesta de la Virgen María en su advocación del Rosario. Es la oración de los sencillos a la Madre. Es la oración en la que contemplamos los misterios de la vida de Jesús. María es la Reina de la Paz. En muchos pueblos y ciudades, con ese nombre, la tienen como patrona e intercesora. Es la última de las invocaciones de las Letanías Lauretanas.
A María, la Reina de la Paz, le pedimos por los territorios en guerra, por los corazones endurecidos por el odio, para que ella pueda mediar para que se logre y se alcance la paz en el mundo.
Reina de la Paz: ruega por nosotros.
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