Por Alfonso Olmos Embid
(Director de la Oficina de Información)
Estamos impactados con las imágenes y con los datos de los fallecidos durante la última DANA que ha atravesado España estos días pasados. Precisamente en los días de las celebraciones cristianas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos.
Demasiados muertos que nos entristecen y que nos interpelan. Nos entristecen porque la gota fría ha segado la vida de muchas personas inesperadamente. Nos interpelan porque parece que estos desastres naturales, solo suceden en lugares de lo que llamamos tercer mundo y que pone en evidencia que no estamos preparados para hacerles frente.
Es difícil predecir el apocalipsis de estos días atrás, eso es evidente, pero siempre tenemos que estar preparados. A eso nos invita en diversos pasajes la Palabra de Dios. “Estad en vela, porque no sabéis qué día viene nuestro Señor”, nos dice san Mateo en su evangelio, que también hace referencia a esta actitud en la parábola de las vírgenes prudentes: “Velad, porque no sabéis el día ni la hora”. Si cabe, hay un grito desgarrador, también en el evangelio de san Mateo, el de Jesús en Getsemaní, en el huerto, donde Jesús pide a sus discípulos que velen y oren, esta vez para no caer en la tentación: “Velad y orad”.
“Velad”, nos recuerda san Marcos en el suyo, por si el Señor llega “de repente”. Y san Lucas nos invita a descubrir cómo Jesús compara la espera, a la actitud de siervos que permanecen despiertos, listos para abrir la puerta cuando su amo regrese: “Estad preparados”, nos dice también. Igualmente nos pide velar “en todo tiempo”, evitando la distracción y estados vigilantes para que el día de su venida no nos sorprenda.
Como vemos, esta idea de estar en vela aparece varias vecen en la Palabra que Jesús nos dirige y se relaciona con la vigilancia, la espera activa y la preparación para la venida de Cristo. Es, por tanto, una llamada a estar atentos, en oración y en constante preparación para su venida. Una reflexión que no nos viene mar realizar en el mes de noviembre, el mes de los difuntos por los que oramos.